Conversando con el profesor Declan O’Byrne, rector de la universidad en la que doy clases, el Instituto Universitario Sophia de Loppiano (provincia de Florencia, Italia), decíamos que son necesarias unas reglas generales éticas, por todos aceptadas, para el mundo digital, y más concretamente para la inteligencia artificial, que ya está en boca de todos, aunque son pocos los que saben de qué va. En Estados Unidos el asunto es crucial, mientras que en China, la otra potencia digital, lo es un poco menos. Europa es sensible al tema, más por el pensamiento que por la tecnología. 

Todo ello referido no solo al ámbito de la ingeniería (algoritmos y software que tanta potencia y poder han adquirido) sino también al terreno económico, donde las grandes empresas digitales, por ser transnacionales, logran beneficios absolutamente fuera de todo cálculo, incluso superiores al presupuesto de importantes países como Suiza o España. 

No hay que olvidar el lado ético-antropológico: ¿qué relaciones surgen desde y en el mundo digital? El profesor O’Byrne, llevado quizás por el imperativo del instituto que dirige, Sophia (sabiduría en griego), sostiene que lo que el mundo digital necesita es justamente sophia, y no solo conocimiento y técnica. Sophia sería, por ejemplo, recordarle a quien produce armas digitales que no matar es un mandamiento básico en todo pensamiento y religión; o bien recordarle a los juristas que es necesario preservar a toda costa la privacidad de las personas que usan la Red.

Me viene ahora a la mente la propuesta de Fadi Chehadé2, ex director de ICANN, el organismo que protege las raíces de Internet para todo el planeta, y profesor visitante de Sophia. Él dice que es necesario un Digital Oath, un juramento digital análogo al de Hipócrates para los médicos, que se les podría proponer a los ingenieros y técnicos que trabajan en el mundo digital. O sea, una serie de principios que el ingeniero de turno se compromete a respetar.

La pandemia, la guerra en Ucrania, la nueva frontera del capitalismo digital nos  dicen que quizás los tiempos están maduros para afrontar la cuestión ética y antropológica de la inteligencia artificial, de los algoritmos y en general de lo digital. De hecho, los ingenieros del mundo digital corren el riesgo de perderse en sus cuestiones técnicas, creando mecanismos y hazañas poderosas, pero con consecuencias imprevistas y no deseadas.

Puede que haya llegado la hora de un compromiso conjunto por parte de ingenieros, estudiosos, filósofos, políticos, empresarios y todos los que actúan en el mundo digital: es necesario ponerse reglas aceptadas por todos; es necesario comprender cuál es el horizonte futuro, nuestro y el de nuestros hijos.

 

 

1 Periodista y escritor, coordinador de comunicación y extensión universitaria en el Isntituto universitario Sophia de Loppiano.

2 Ver en el número 620 (julio 2023) la entrevista a Fadi Chehadé «Por un juramento ético en los retos de la IA».