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¿Somos impulsores de Paz?

Pedro Pablo Núñez (1)


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Dejar en paz, hacer las paces, estar en paz, dar la paz… son ejemplos de frases cotidianas para expresar un saludo, un deseo de buena voluntad, un estado de ánimo. Manifiestan reconciliación, sosiego, correspondencia amable.
Si nos ayudamos del diccionario de la lengua podemos hablar de paz interior, como virtud que no conoce enemigos ni odios, de paz en la familia, como expresión de sosiego y reciprocidad en nuestro entorno inmediato, de paz comunitaria, para referirnos al espacio social en el que todos podemos prosperar, incluso de paz mundial, ampliando la perspectiva a toda la humanidad y su relación con la naturaleza.
 

Búsqueda de la paz

La reflexión filosófica, jurídica y sociopolítica, en la historia y en nuestra realidad actual, nos ofrece ejemplos de una consideración polivalente y a veces contradictoria de la paz. Hay corrientes que consideran que el “estado natural” es el de conflicto, de forma que la paz necesita ser implantada por la “sociedad civil”, y otras corrientes se basan en la idea del “buen salvaje”.  Hay posiciones que justifican la guerra como mal necesario (reacción defensiva ante una agresión, o reacción a un orden injusto que debe cambiarse) y posiciones que desvalorizan la paz (por considerar que hay una imposición de poder, o una situación de miedo mutuo). En la ciencia política se puede definir la paz negativamente (ausencia de guerra) o positivamente (solución jurídicamente regulada de una guerra). Podríamos establecer una secuencia entre guerra cruenta, resistencia pacífica, ausencia de guerra y reconciliación, que pone de manifiesto el valor de la paz como condición para la realización de otros valores (justicia, libertad, bienestar).
Los anhelos de paz llevaron a la Asamblea General de la ONU a su resolución 36/67, de 30 de noviembre de 1981, declarando el tercer martes de septiembre, día de la apertura del período ordinario de sesiones, como Día Internacional de la Paz. Esta resolución se complementa, como impulso colectivo para la paz y la reconciliación, con la resolución 55/282, de 7 de septiembre de 2001, que declara que en el Día Internacional de la Paz se observará el alto el fuego y la no violencia a nivel mundial.
Desde el año 1964 se ha venido conmemorando el Día Escolar de la Paz y la No Violencia cada 30 de enero, aniversario de la muerte de Mahatma Gandhi, quien consideraba que «no hay camino hacia la paz, la paz es el camino».
 

Las religiones como enseñanza de la paz

El 4 de febrero de 2019, en Abu Dabi, el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyeb firmaron el Documento sobre la fraternidad humana por la Paz mundial y la convivencia común que declara «la fuerte convicción de que las enseñanzas verdaderas de las religiones invitan a permanecer anclados en los valores de la paz».
La regla de oro «Haz a los demás lo que quieres te hagan a ti» es un principio moral que comparten todas las religiones, y que debería estar en la base de la educación a los niños de todas las sociedades, y que los adultos deberíamos aplicar para su ejemplo. Es el fundamento del camino de la paz.
 

Presagio y promesa

Desde 1968,  y establecido por Pablo VI, se viene celebrando en todo el mundo el Día de la Paz el primer día del año, como presagio y como promesa. Era una exhortación a todos los hombres de buena voluntad para que «sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura»2. En este mensaje, breve pero profundo, Pablo VI previene que «no puede estar basada sobre una falsa retórica de palabras […] Paz no es pacifismo, no oculta una concepción vil y negligente de la vida, sino proclama los más altos y universales valores de la vida: la verdad, la justicia, la libertad, el amor». 
El mensaje contiene una reflexión que resulta especialmente oportuna en nuestros días: la Paz «se funda subjetivamente sobre un nuevo espíritu que debe animar la convivencia de los Pueblos, una nueva mentalidad acerca del hombre, de sus deberes y sus destinos».
 

Impulsores de paz

A veces el exceso de retórica confunde los valores y los aleja de nuestra vida cotidiana, del aquí y el ahora de cada uno. La paz mundial puede resultarnos inabarcable, la paz comunitaria demasiado condicionada por aspectos institucionales sobre los que no todos tenemos capacidad de incidir. Podemos considerar que son expresión de buenas intenciones que, a fin de cuentas, están más allá de nuestras fuerzas y posibilidades de actuación. Pero esas consideraciones pueden también resultar justificaciones para no actuar sobre lo que sí podemos, nuestro ámbito personal, nuestra familia, nuestro entorno social, nuestro ambiente laboral. 
Estando en paz con nosotros podremos transmitir paz, que se manifiesta en nuestro comportamiento diario, en amabilidad, en tolerancia, en comprensión, en escucha, en acompañamiento… Es nuestra contribución para allanar el camino de la paz, según las cualidades y capacidades de cada uno, en el lugar donde la vida nos ha colocado, en el entorno y con las personas con las que convivimos cada día.
El ensanchamiento del círculo, desde nuestra propia persona al mundo entero, pasando por todos los círculos intermedios, tiene un sentido de ida, un sentido de vuelta y un sentido transversal. 
 
 
 
1 ) Ha sido profesor de Historia Económica (ICADE/U. P. Comillas) y de Pensamiento Económico Latinoamericano (U. A. Madrid), directivo del INI/TENEO/SEPI y experto de la UE.
 
2) Mensaje de 8 de diciembre de 1967.
 




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