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De buena casta

Javier Rubio

Su propia discapacidad, un motor que lo mantiene activo en el servicio a los demás. Eugenio Jiménez y el deporte adaptado.
Los Premios Nacionales del Deporte son distinciones que otorga el Consejo Superior de Deportes. Los premiados en la edición 2009 recibieron su galardón el 3 de mayo en un escenario de tanto postín como es el Palacio Real de Madrid. Allí estaban los Reyes, los Príncipes de Asturias, el secretario de estado para el deporte, Jaime Lissavetzky,… y los premiados: Marta Domínguez, la deportista más distinguida nacional e internacionalmente, Jorge Garbajosa, recogiendo el premio a la selección de baloncesto, Severiano Ballesteros, el golfista con mejor trayectoria… Así hasta trece premios a personas o instituciones. Uno de esos premios es el Trofeo Olimpia, con el cual se reconoce el esfuerzo por promover y mejorar el deporte para personas con discapacidad, que en esta ocasión ha recaído en la Federación de Deportes Adaptados de la Comunidad Valenciana (FESA). Su presidente, Eugenio Jiménez Galván, no logra disimular su felicidad con declaraciones como «es un orgullo, ya que se reconoce el extraordinario esfuerzo que realiza el equipo de la Federació d’Esports Adaptats de la Comunitat Valenciana», y subraya que «no es fácil que una federación territorial consiga uno de los Premios Nacionales del Deporte». Cabe preguntarse si los premiados le atribuyen un significado especial al galardón, a lo cual responde Eugenio con desarmante sencillez: «Es un bonito reconocimiento a la Federación». Y entonces hay que tirarle de la lengua: «Han sido dieciocho años de servicio a los demás a través de un deporte especialmente dirigido a personas con algún tipo de discapacidad leve, moderada, severa o profunda. Además la Federación ha ayudado a insertarse social y laboralmente a personas con discapacidad mediante la gestión de instalaciones deportivas públicas. Con ello se propicia un intercambio entre personas con y sin discapacidad, lo cual favorece la comprensión mutua. Ha sido una buena experiencia de sensibilización. El entorno de la discapacidad en un ambiente inclusivo es un espacio ideal para armonizar la unidad en la diversidad y viceversa». Quizás convenga detenerse un momento en entender qué se entiende por “deporte adaptado”. «Es una de las denominaciones utilizadas para el deporte dirigido a personas con discapacidad –explica Eugenio–, aunque sería extrapolable a todos los seres humanos, porque el deporte se adapta a cualquier circunstancia o condición personal o social. En el caso de las personas con discapacidad nos referimos a entornos inclusivos, como la escuela, la sanidad, la utilización plena y significativa del ocio y el tiempo libre, la recreación, el deporte de competición... Sobre todo, el deporte como herramienta fundamental de integración, normalización, inclusión y sensibilización social. La educación física, el ejercicio físico, la actividad físico-deportiva, el deporte paralímpico... serían otras denominaciones posibles, según el ámbito al que nos refiramos». Vale. De paso también nos hemos enterado de qué son los “entornos inclusivos”, que parecen claves en este asunto. ¿Por qué se habrá dedicado Eugenio a esta actividad? «Primero por prescripción médica: rehabilitación, readaptación funcional y reinserción social después de tener la polio. Luego por convicción: intuí las grandes potencialidades que había en el deporte adaptado como herramienta de sensibilización social, especialmente en las personas con gran discapacidad y mayor necesidad de apoyo para su autonomía. El deporte contribuye a la armonía física, mental, intelectual, social y espiritual de los seres humanos, y entre los grandes problemas que tenemos en España está el estilo de vida: sedentarismo, alimentación inadecuada, etc. Si la actividad físico-deportiva es recomendada con carácter transversal desde los ámbitos de la educación y la sanidad, para una persona que utiliza silla de ruedas, por ejemplo, sería más relevante si cabe, dado que la silla propicia su sedentarismo. Es decir, si para una persona sin aparente discapacidad la actividad físico-deportiva es recomendable, para una persona con discapacidad tendría aún más valor». Más arriba hablaba Eugenio de dieciocho años dedicado a esta tarea, pero por lo que acaba de decir, se entiende que es mucho más: «En realidad, casi desde que nací. A los dos años tuve secuelas de poliomielitis y los médicos aconsejaron terapia acuática. Luego pasé por distintos ámbitos del deporte: en la escuela con las competiciones escolares de natación, en el Club de Natación... Posteriormente me ofrecieron competir en eventos paralímpicos, pues como entrenaba con nadadores sin discapacidad, tenía un nivel alto. Acudí a varios Juegos Paralímpicos, con buenos resultados. Al mismo tiempo vi claro que el deporte paralímpico podría ayudar a otras personas con mayor déficit que el mío. Junto con Pilar y otros compañeros formamos un grupo cada vez mayor de deportistas con discapacidad. El Gobierno Valenciano nos propuso formar la Federación de Deportes Adaptados de la Comunidad Valenciana al amparo de la nueva ley del deporte autonómico. Esto ha supuesto unos años de gran desarrollo del deporte adaptado en todos sus ámbitos. Paralelamente hemos ido gestionando instalaciones deportivas públicas, y ello nos ha permitido tener un equipo de profesionales con o sin discapacidad en un ambiente inclusivo y de mutua ayuda, comprensión y sensibilización por las necesidades de unos y otros». En fin, este hombre “de buena casta”, como indica su nombre, lleva toda una vida en esto. Volviendo al premio: ¿meta o punto de partida? «Continuidad en las creencias y convicciones –sentencia Eugenio–. Un reconocimiento hay que entenderlo desde la alegría que se le presupone y también desde la humildad y el agradecimiento. En todo caso es como una recarga de pilas, de las buenas, de las que no tienen efecto memoria; es decir, volver a empezar en aquello en lo que crees y que contribuye al bien común, a los procesos de hibridación en una nueva cultura del dar, donde las categorías ya no tienen tanta trascendencia. ¡Hay tanto por hacer!» ¿Un recuerdo particular de la ceremonia? «Bueno, fue muy agradable compartir experiencias y diálogo con deportistas consagrados como Jorge Garbajosa, Severiano Ballesteros o Marta Domínguez, y además conversar con Sus Majestades la Reina y el Rey, y agradecerles personalmente el apoyo que dan al deporte paralímpico. La Casa Real es muy cercana al deporte paralímpico desde hace años; la Infanta Elena es Presidenta de Honor del Comité Paralímpico Español. La Reina comentaba cuánto le gustaba acudir a los Juegos Paralímpicos para apoyar al equipo español y cómo le asombran las capacidades de los atletas paralímpicos. También ver las caras de felicidad de nuestros acompañantes, Carlos Bonell o Albert Marín, me hizo muy feliz, y a la vuelta, también la alegría de los componentes de la familia de la Federación».



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