En China y Japón han estudiado las setas desde hace siglos y les han atribuido importantes propiedades terapéuticas. Hoy la ciencia occidental, que siempre ha albergado serias dudas al respecto, se está interesando cada vez más por ellas. Distintas investigaciones han demostrado que poseen propiedades antivirales, antimicróbicas y antioxidantes. De algunas especies se han extraído sustancias antibióticas y en el champiñón se ha aislado una proteína que al parecer posee propiedades anticancerígenas.
Las setas son un tipo de vegetal muy raro, pues no tienen clorofila, y para vivir necesitan sustancias que elaboran otros seres vivos, o sea, son parásitos. Además requieren mucha agua, así que cuando en otoño llueve abundantemente, los aficionados a coger setas ponen buena cara.
Existen unas mil variedades de setas, pero sólo unos centenares son comestibles; el resto tienen un sabor desagradable o son más o menos tóxicas, e incluso mortales.
Siempre es posible identificar las especies comestibles, pero con todo, conviene tener en cuenta algunas precauciones: es aconsejable coger sólo las que uno ya conoce; no es bueno arrancarlas del terreno para no dañar la retícula de la que nacen, pues así volverán a brotar; hay centros de identificación donde se puede preguntar si las que hemos recogido son comestibles; en algunos municipios está limitada la cantidad que uno puede recoger, ya que en algunos lugares la recolección de setas es un buen complemento para la economía local.
