Liliya y Andrey son una pareja rusa, de Moscú. Desde hace siete años están en Italia con su hijo de dieciocho años. En su Rusia natal conocieron a personas de los Focolares, una relación que les llevó primero a Loppiano para hacer un curso de estudios, y luego una posibilidad de trabajo les llevó a echar raíces en Udine. Su ADN no solo alberga identidad rusa. El padre de Liliya nació y creció en la ciudad de Donetsk y los antepasados de Andrey procedían de la zona de Žytomyr, por lo que tiene ascendencia judía. Liliya es católica y Andrey ortodoxo.
No se esperaban el estallido de esta guerra. «A diferencia de los ucranianos –explican–, que lo sospechaban desde hace tiempo y tenían miedo». De hecho «hasta tres días antes habíamos escuchado a Putin decir que no habría invadido Ucrania, pero los acontecimientos demostraron lo contrario». Mantienen una profunda relación con personas de Ucrania. Por eso, el día en que todo comenzó, acudieron al santuario de la Virgen de las Gracias de Udine, donde la Iglesia ortodoxa organizó una oración por la paz y donde se reunieron unas treinta personas de diferentes nacionalidades. «Fue una experiencia fuerte, sentíamos la necesidad de rezar. La gente estaba perdida y todos acudimos allí para expresar el deseo de que esto termine. Rezar juntos fue un apoyo».
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