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«Aporto mi experiencia en las crisis sanitarias»

Ana Moreno Marín

Juan José Badiola, natural de León, a sus 72 años es una autoridad en pandemias como el coronavirus. Dirige el Centro de Enfermedades Transmisibles Emergentes de la Universidad de Zaragoza. Padre de tres hijas y abuelo de cinco nietos, es cercano y siempre positivo.


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–Es ud. el hombre del momento...
–No sé, he aparecido bastante en los medios nacionales, debe ser que a los periodistas les interesa lo que digo, y además me entienden que es lo más importante.
 
–Voces expertas entre tanta desinformación...
–En estas crisis todo el mundo habla. Yo aporto mi experiencia en la comunicación de crisis sanitarias, empecé con la de la encefalopatía espongiforme bovina, las gripes aviares y esta es la cuarta.
 
–¿Cuál ha sido la peor?
–Para mí la más dura fue la de las vacas locas, era prácticamente el único que sabía de esto. Aunque nunca imaginé este alcance social, sanitario y económico. La razón es que ha aparecido en China, la gran fábrica del mundo.
 
–¿Hay algún momento del día en el que no hable del coronavirus?
–Pues ahora mismo creo que no... Para poder hablar con criterio tienes que leer mucho y los artículos de investigación van a una velocidad de vértigo. También hay muchos que hacen un gran anuncio y luego no es para tanto.
 
–¿Se puede volver ordinario?
–No es probable que el virus desaparezca por completo, sí lo es que la epidemia empiece a declinar en torno a junio, pero ¿reaparecerá en otoño y bajo qué forma? Quizá una similar, aunque encontrará una gran resistencia dada la cantidad de contagios.
 
–¿Habrá vacuna este año?
–Hay una gran competencia. China trabaja hasta en cuatro vacunas, son los que más experiencia han tenido y una gran potencia tecnológica y científica. Estados Unidos, tampoco se queda atrás... Pero queda demostrar que la vacuna sea segura y eficaz.
 
–Qué maravilla la investigación científica...
–Es un trabajo interesante (ríe). Y arduo, pregúntele si no a cualquier investigador, pero es apasionante, eso es verdad.
 
–Y pensar que se iba a hacer torero...
–(Ríe) Debía ser un sentimiento alocado de niño. Mi padre era veterinario rural en Castilla–La Mancha y allí hay mucha afición; a mí no me importaba enfrentarme al toro hasta que vi de cerca la envergadura de su cornamenta (ríe).
 
–El humor es imprescindible...
–Y más en estos momentos en los que la gente está confinada. Además, la vida hay que verla con cierto optimismo. Siempre lo he visto así y me ha ayudado mucho.
 
–¿Qué tal lleva no ver a sus nietos?
–En casa estamos solos porque mi mujer, además, pasó una neumonía y mi hija la ha sometido a una cuarentena de nietos. Es duro este confinamiento de los mayores porque a mí me gusta mucho verlos, disfruto mucho de ellos como buen abuelo.
 
–¿Qué tenemos que aprender de esta crisis?
–Que vendrán otras desgraciadamente y con mayor frecuencia. Antes, las más temidas ocurrían cada 30 o 40 años, ahora cada diez. La globalización, la movilidad, el cambio climático, la fauna silvestre o los vectores (insectos) van a provocar nuevas pandemias. Hay que aprender cómo manejarlas y estar prevenidos sanitariamente con los medios necesarios para este reto.




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