Por eso, el sínodo sobre los jóvenes y la vocación, celebrado en Roma del 3 al 28 de octubre, también ha querido dar a conocer la vida de medio centenar de jóvenes cuya experiencia cristiana podría iluminar a otros muchos, como la de Chiara Luce Badano. No es necesario ser consagrado ni haber sufrido una guerra para vivir siendo testigo de Jesús, y eso es lo que se quiere recordar. 

 

En la lista de «jóvenes testigos», que se puede consultar en la web oficial del Sínodo, tienen cabida chicas y chicos ya canonizados, beatificados o en proceso, así como jóvenes laicos que, aún vivos, buscan la santidad en sus ocupaciones diarias. Y es que los testigos cristianos de ahora y antes constituyen testimonios particularmente fuertes de la plenitud de la vida en la Iglesia.

 

Pepe Otaola y Álvaro Pisa se fueron de viaje a Tierra Santa en 2016 con unos amigos. Pero no volvieron. Después de conocer la situación de los colectivos más desfavorecidos de Belén, han fundado la ONG Youth Wake Up, que pretende implicar a los jóvenes de España y de Palestina para mejorar la situación de los más pobres: niños con discapacidad, ancianos abandonados, etc. 

 

Rannah Evetts, con solo 22 años, ha fundado una Escuela para Sordos en Kampala (Uganda). La iniciativa nació también en 2016, dos años después de su conversión y bautismo en la Iglesia católica. En Uganda las personas sordas a menudo son aisladas, despreciadas y privadas de sus derechos. Rannah ha luchado para promover la educación y el bienestar de las personas sordas de esta región al oeste del Nilo.

 

Estos son solo dos ejemplos actuales que se suman a la amplia lista de vidas de santos y beatos hoy relevantes como caminos de santidad y plenitud. Una guía firme, porque una experiencia personal verdadera no puede ser discutida.