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La ciudad global de Barber

Aldo Civico

Gran estudioso de la política y convencido de la interdependencia entre las naciones, Benjamin Barber proponía volver a empezar a partir de las ciudades para salvar el mundo.


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ras una breve enfermedad, el pasado 24 de abril falleció a los 77 años en Nueva York el profesor Benjamin Barber. Este filósofo de la política, autor de varios libros, entre ellos el bestseller Jihad Vs. McWorld (Yihad versus McMundo), se dedicó con pasión hasta el último instante a temas sobre la ciudadanía y la democracia. Estaba convencido de que los grandes retos de la interdependencia se podían resolver de manera constructiva si los ciudadanos se comprometen en vivir las virtudes cívicas y participan activamente en política. 
 
Escéptico respecto a las capacidades de los estados-nación para dar respuestas eficaces a los retos de la globalización (cambio climático, terrorismo, migración, pobreza), Barber subraya el protagonismo de las ciudades. En su libro Si los alcaldes gobernaran el mundo demuestra que hoy las ciudades responden mejor que los Estados a los problemas de un mundo interdependiente. Por ello, en sus últimos años Barber dio origen al Parlamento Global de Alcaldes, cuya primera reunión tuvo lugar en La Haya en septiembre pasado, y la próxima será en Stavanger (Noruega) en septiembre próximo.
 
Conocí a Barber al día siguiente del atentado del 11-S en Nueva York. Estábamos cenando con varios periodistas y nos habló de su idea de poner en marcha una Jornada Mundial de la Interdependencia, que se celebraría cada 12 de septiembre, el día después del ataque a las Torres Gemelas. Según él, la respuesta a ese atentado no podía ser militar, sino que debía surgir del compromiso común por encontrar soluciones adecuadas y sostenibles a los grandes retos globales, cosa que de manera aislada no es posible conseguir. Recordando que Estados Unidos había nacido con una Declaración de Independencia, ahora Barber enfatizaba la necesidad de una Declaración de Interdependencia.
 
Colaboré con Barber en la organización de la I Jornada de la Interdependencia, simbólicamente celebrada en Filadelfia, y luego organizamos la segunda edición en Roma, en 2004, en colaboración con el Movimiento de los Focolares. Fue en esta ocasión cuando le presenté a Chiara Lubich, fundadora de los Focolares. Tuve luego oportunidad de presenciar varios coloquios entre ambos, y recuerdo que al final de uno de ellos, tras escucharlo atentamente, Chiara le comentó que si bien el concepto de interdependencia es importante, no es suficiente. 
«No solo es necesaria la interdependencia –le dijo–, sino también la comunión. Los bienes tienen que moverse, pero los bienes no se mueven por sí solos, y para ello hay que mover los corazones. Por eso yo hablo de la fraternidad universal, que nosotros de momento llevamos a cabo entre personas o entre grupos, pero si empezásemos a realizarla entre los países, resolveríamos el problema del terrorismo desde la raíz». 
 
Barber le respondió: «Sí, la expresión “interdependencia” es la versión suave de la palabra “comunión”. Es el primer paso hacia la comunión». Y luego añadió: «La democracia también es un asunto del espíritu; empieza con acostumbrar el corazón y luego se expresa en términos seculares. Por eso muchas veces la separación entre lo espiritual y lo secular es forzada».
 
El diálogo entre Benjamin Barber y Chiara Lubich sigue siendo actual. Hoy la herencia de Barber nos queda como un compromiso intelectual y cívico para dar vida a una ciudadanía global que nos acerque a la unidad.


 
«Vivimos en un siglo XXI de la interdependencia, de salvajes problemas interdependientes, y cuando buscamos soluciones políticas y democráticas, nos encontramos con instituciones diseñadas hace 400 años: estados-nación soberanos y autónomos, con jurisdicción y territorios separados unos de otros, y cada uno afirma ser capaz de solucionar los problemas de sus ciudadanos. (…) En este dilema radica el principal problema de la democracia.
»Como muchos otros, he pensado sobre lo que podemos hacer con esta asimetría entre los retos del siglo XXI y unas instituciones políticas arcaicas y cada vez más disfuncionales. Mi propuesta es esta: cambiemos el sujeto. Dejemos de hablar de naciones, de estados con fronteras, y comencemos a hablar de ciudades. Porque creo que, si hablamos de ciudades, descubriremos que hablamos de las instituciones políticas en las que nacieron la civilización y la cultura. Hablamos de la cuna de la democracia». 
(De un discurso pronunciado en Edimburgo, en junio de 2013)
 
 
Obras de Benjamin Barber publicadas en España:
Un lugar para todos: cómo fortalecer la democracia y la sociedad civil. Ediciones Paidós Ibérica, 2000.
Democracia fuerte. Editorial Almuzara, 2004.
El imperio del miedo: guerra, terrorismo y democracia. Ediciones Paidós Ibérica, 2004.
Pasión por la democracia. Editorial Almuzara, 2006.
Internet, derecho y política… Editorial UOC S.L., 2009.
Si els alcaldes governessin el món: Països disfuncionals, ciutats emergents. Arcacia, 2015.
 
 
 
 


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