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Los Reyes somos todas / «Me gusta»

Paula y Laura

Testimonios


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Los Reyes somos todas

 
Soy Paula y trabajo como encargada y dependienta en una tienda de ropa de marca. Mi función es la de vender y vender, sea como sea, lo máximo posible para fomentar el consumo y aumentar el renombre de esa marca y sus productos. Sin embargo, a veces me planteo a dónde lleva todo esto y, aunque me apasiona la moda, creo que hay maneras alternativas de poder disfrutarla evitando el consumo y el gasto desproporcionados.
 
Sin darnos cuenta, vamos llenando nuestro armario de ropa, calzado, accesorios, etc. Y solo porque llegan las fiestas y después las rebajas, nos lanzamos a la compra de algo que renueve el armario sin pensar en que ahí hay varias cosas que no usamos. Por ello, para evitar comprar y gastar, entre todas las hermanas, cuñadas y primas de la familia decidimos hacer algo diferente esta Navidad: un mercadillo familiar. 
 
Nos reunimos el día de Reyes todas en una casa y cada una llevó una gran bolsa con todo lo que en su armario no tuviera utilidad. Llenamos todo el salón de cosas y una vez ordenado, cada una cogía lo que le gustaba como regalo. Fue un bonito intercambio; nos sentíamos renovadas y todo aquello que no se quedó ninguna lo llevamos a asociaciones que recogen ropa para los necesitados.
 
 

«Me gusta»

 
Me llamo Laura, soy profesora en un colegio de Torrelodones (Madrid) y me considero una persona sensible a los problemas de la humanidad. En noviembre del 2015 el tema de los refugiados era la noticia del momento. Se escuchaba de todo; se veían imágenes espeluznantes de barcos, pateras, familias enteras a pie, gente trepando por las vallas intentando alcanzar un futuro mejor. Y yo solo podía pensar: «¡Qué gran dolor! Qué desesperación y sufrimiento tienen que padecer estas personas para tomar la decisión de empezar a caminar con lo puesto y arriesgar sus vidas, bien para poder darles una vida digna a sus hijos, bien para huir de un peligro permanente».
 
Al mismo tiempo, veía nuestro entorno. Un mundo en el que tenemos de todo, donde se consume permanentemente y se tira lo que sobra… Esto me impactaba. Y así, al ver estas dos realidades tan sumamente distintas, no pude quedarme mirando y decidí que, aunque fuese solo algo simbólico, por mi 25 cumpleaños quería hacer algo especial. Sentí la necesidad de que mi regalo fuera más allá de lo material y tradicional.
 
Hice un montaje fotográfico y lo colgué en las redes sociales comunicando a todos mis contactos que por todo aquel que le diese «me gusta» a la imagen y por cada felicitación por WhatsApp, Facebook, teléfono o correo, yo donaría un euro para la ayuda humanitaria en uno de los muchos campos de refugiados. Además, para quienes hubieran pensado regalarme algo material, pedí que en vez de eso, donaran dinero para esa misma causa. Mi acción no quería ser solo una recogida de dinero, sino además una llamada de atención a mí misma y a la gente de mi alrededor. Algo estaba pasando y no nos podíamos quedar de brazos cruzados. Después de todo, recaudamos 500 euros. 




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