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Schoenstatt cumple 100 años

María Fischer

La celebración del centenario de Schoenstatt está marcada por el anhelo y el propósito de una renovación profunda.
1914 Para el Movimiento Apostólico de Schoenstatt ese año se asocia espontáneamente con el acontecimiento de su fundación, en plena Primera Guerra Mundial. «Hijo de la guerra» lo llamó por eso su fundador, el Padre José Kentenich. Una guerra real, horrible y cruel que acabó con la vida de muchos jóvenes, también de aquellos que se habían ofrecido para que desde una pequeña y abandonada capilla en el valle de Schoenstatt (Alemania) saliera una renovación del mundo en alianza con la Madre del Señor y Madre nuestra. Un Schoenstatt «en salida», como dice el Papa Francisco, que sabe y debe responder hoy a su propuesta de salir «a la calle». Salir del santuario del pequeño valle, de la propia comunidad, para llevar una esperanza que no es utópica, sino que se expresa con acciones concretas, proyectos evangelizadores que regalan vida al hombre y le devuelven su dignidad. La «Alianza de Amor» Schoenstatt es un Movimiento eclesial en el que cada miembro individualmente, según su vocación, y coordinadamente, en alianza, sirven a la Iglesia y al mundo. Tener como ideal el ser «corazón de la Iglesia» mueve a los miembros de Schoenstatt a ser aquello que quieren y tienen que ofrecer. El núcleo de la fundación de Schoenstatt es la «Alianza de Amor» con María, la Madre del Señor. «Este acto de fe silencioso del P. Kentenich y un pequeño grupo de congregantes –el acontecimiento fundacional del 18 de octubre de 1914– sigue vivo con todo su frescor original. Nos admiramos al constatar que en todas partes lo que mueve e inspira nuestras acciones, la fuente de nuestra fecundidad y la forma concreta de vivir nuestro seguimiento de Cristo es la profunda fe en la realidad de la Alianza de Amor con María», dice el «Mensaje 2014», elaborado después de un proceso sinodal por representantes de treinta y tres países. En el camino de los primeros cien años, que comenzó con el paso desde el pequeño santuario en Schoenstatt a las trincheras de la Primera Guerra Mundial, no han faltado otras «guerras»: la Segunda Guerra Mundial, la persecución por parte del nacionalsocialismo, que llevó al fundador y varios miembros a los campos de concentración, el cuestionamiento del carisma por parte de la Iglesia, las tensiones internas en sus comunidades y el reto de la internacionalización. La Alianza de Amor genera cultura y «cultura de Alianza es la forma original de expresar nuestro estilo de vida y de trabajo: nuestra vinculación a Dios, a las personas, a la naturaleza y a la cultura, a la Iglesia y al mundo, siempre basado en la Alianza de Amor». Proyectos apostólicos Los proyectos apostólicos, que forman una parte esencial de las celebraciones del Jubileo 2014, tienen algo de diálogo sobre los signos de los tiempos y sobre los desafíos del hombre de nuestra época, siendo un diálogo desde los «hechos». Muestran la vida real y no sólo la especulación teórica, lo que le da más fuerza y poder de convicción. Una de las corrientes misioneras más fuertes en este sentido son la «Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina» y las «misiones». Hace más de treinta años nacieron en Chile las misiones juveniles y las misiones familiares. En estas últimas, padres e hijos parten hacia lugares apartados y barrios marginales donde la presencia de sacerdotes es ocasional. Durante diez o doce días visitan las casas, tienen encuentros y talleres de formación, avivando la fe de quienes los reciben y logrando verdaderas conversiones, acrecentando así la alegría de llevar el mensaje de Cristo. Lo mismo ocurre con las misiones juveniles, que movilizan a miles de jóvenes, con un ardor misionero que ha contagiado el trabajo pastoral en las universidades. La Campaña de la Virgen Peregrina surgió en Brasil en 1950 y sale a misionar hasta las periferias de las ciudades y del dolor humano. Lleva la imagen de la Gran Misionera, venerada como la Madre Tres Veces Admirable, que une a las familias visitadas, anuda los vínculos con Cristo y con la Iglesia, conduce hacia los sacramentos que no se han recibido y convierte a muchas familias en misioneras. Empresarios y ejecutivos de varios países de Latinoamérica y España se han comprometido a llevar la cultura de alianza a las empresas. Por ejemplo, construyendo viviendas dignas para los trabajadores, dando sueldos justos o luchando contra la corrupción. Preocupados por la familia, en varios países han surgido Academias de Familias que forman matrimonios como entrenadores de familias. En Paraguay nació la «Pastoral de Esperanza» para separados en nueva unión, buscando, como destacan sus fundadores, «una solución no sacramental sino evangelizadora», abriendo espacios de apostolado. En Madrid, un grupo de laicos en torno a una joven médica comenzó el proyecto «Encuentro» en ayuda a personas que viven en la calle como resultado de la brutal crisis económica. «Queremos formarnos para salir a dar lo que hemos recibido. Queremos abrir las puertas y ofrecer a la Iglesia, al mundo, esa herencia que hemos recibido de forma gratuita», escribe el Padre Carlos Padilla, director nacional de Schoenstatt en España, en su libro 100 años de camino, una mirada sobre Schoenstatt, traducido a cinco idiomas. «A veces nacen iniciativas en un país y muy pronto se extienden internacionalmente», destaca el cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, de Santiago de Chile. «En cuanto a la elección de los trabajos apostólicos y profesionales, Schoenstatt se caracteriza por la libertad de sus miembros. Son acciones que realizan por propia iniciativa y responsabilidad, asociándose o individualmente, ya sea acogiendo los encargos que pueden hacerles los obispos y los párrocos o trabajando en otras iniciativas que inspira y anima el Espíritu Santo. Hay que agregar, en oposición a quienes privilegian las normas y las prohibiciones en su acción formativa, el bien que hace la pedagogía de Schoenstatt, inspirada en un profundo respeto a la originalidad que Dios da a cada uno de sus hijos, y por eso marcada por la libertad y la confianza, por la gratitud y la alegría del Magnificat, por las promesas del Evangelio y la esperanza, por el servicio generoso y el compromiso discipular y fecundo de quienes portan la cruz, y siempre por el primado de la caridad». Pobre y amiga de los pobres El papa Francisco es una fuerte motivación a salir a las periferias y dar una aportación en humildad y alegría a la renovación de la Iglesia, una Iglesia fraterna, impregnada de espíritu, pobre, peregrina y misionera, aquella Iglesia que el Padre Kentenich quiso ayudar a construir por medio de Schoenstatt. El nuevo Centro Internacional de Schoenstatt en Roma, que se completa en el entorno del Jubileo y lleva el nombre «Madre de la Iglesia», ilustra el compromiso con una Iglesia que es Madre, Pastora y Hogar. Una Iglesia que sale al encuentro de los hombres, a las periferias de la sociedad. Una Iglesia que es como María. «Una Iglesia que, por una parte, está llena de alma hasta en lo más profundo y arraigada en la tradición; pero, por otra, una Iglesia extraordinariamente libre, desprendida de formas tradicionales anquilosadas», como dijo el Padre Kentenich en 1965. Para él, era importante que llegue a ser «una Iglesia pobre», «que tome cada vez más distancia de la pompa usual de otras épocas» y que sea «amiga de los pobres y no suplique permanentemente la benevolencia y el agrado del Estado». En esta línea, surgió de un pequeño grupo de “schoenstattianos” la iniciativa de construir cien casas solidarias para expresar con hechos su alianza solidaria con el papa Francisco. En el contexto del año jubilar y con la ayuda y generosidad de diversas comunidades de todo el mundo, se han ido construyendo casas básicas para cien familias que viven en la extrema pobreza en el corazón de Paraguay. Estas 100 casas quedarán como símbolo concreto del Jubileo de los cien años de la Alianza de Amor. Las casas solidarias son la expresión del «paso jubilar» que impulsa a Schoenstatt a salir desde los santuarios hacia las periferias existenciales para “santuarizar” el mundo, según la expresión del papa Francisco. La celebración del jubileo La «médula» del jubileo de los 100 años de Schoenstatt es celebrar el acontecimiento fundacional. En torno a ella gira el resto de celebraciones en Schoenstatt (Alemania), en Roma y en la red de 200 santuarios de Schoenstatt en los cinco continentes. Física o espiritualmente, miembros y amigos del movimiento peregrinarán al santuario original el 18 de octubre de 2014 para renovar la Alianza de Amor, agradeciendo por las gracias recibidas y los frutos en estos cien años, pidiendo perdón y comprometiéndose con la cultura de alianza. Del 23 al 26 de octubre se peregrinará al corazón de la Iglesia para renovar el compromiso con ella y acentuar el carácter misionero del movimiento. En la audiencia con el Santo Padre, a la cual también están invitados los movimientos eclesiales, se pedirá el envío al servicio de la evangelización. En España, el 18 de octubre, el movimiento se unirá a las celebraciones jubilares en los tres santuarios del país: Madrid (calle Serrano y Pozuelo) y Barcelona. El 16 de noviembre habrá una peregrinación a la Catedral de la Almudena de Madrid, seguida de la Santa Misa con renovación de la Alianza de Amor. Más información: www.schoenstatt.es



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