Verano “caliente”… y sin tregua. Dramática la situación en Oriente Próximo. Todo el mundo pide y reza para que triunfe el diálogo a todos los niveles, única respuesta eficaz. Avance del Estado Islámico con sus tremendas atrocidades e intervención militar de EEUU en Irak. No menos dramática la epidemia de ébola. Miles de víctimas en África, entre ellas varios religiosos que han dado la vida para dar esperanza y bienestar a gente que parece no tener futuro. La sociedad del bienestar deja fuera a muchos millones de personas en todo el mundo, habiendo quienes están dispuestos a arriesgar su vida saltando vallas o echándose al mar en balsas de juguete para alcanzarlo.
El nuevo curso viene marcado por elecciones locales, autonómicas y generales. ¿Coincidirán? De momento han irrumpido con fuerza nuevas organizaciones que recogen la desafección del ciudadano, hastiado de la omnipresente corrupción, por los partidos tradicionales, que preparan ya la maquinaria electoral y, aunque no quieran hablar de pactos para no perder votantes, son conscientes de que, sin mayorías absolutas a la vista, los pactos son inevitables: empleo, educación, la incierta reforma constitucional… En cuanto a la consulta soberanista en Cataluña, el presidente del Pacto Nacional por el Derecho a Decidir, Joan Rigol, propone posponerla si el Tribunal Constitucional declara ilegal la ley de consultas que ultima el Parlament de Catalunya, para evitar que el debate se desplace del derecho a decidir a si se debe realizar o no la votación. En la misma línea se han pronunciado varios consejeros de la Generalitat, pero no todos los partidos catalanes están de acuerdo.
En octubre se celebra el esperado sínodo sobre la familia. Miles de respuestas al cuestionario enviado a todo el mundo católico muestran la mayor radiografía posible. Esperanzas e ilusiones para dar nueva luz a la familia, afrontar sus problemas y orientar su futuro.
Grandes retos nos esperan este curso y grandes oportunidades para esta sociedad necesitada de algo tan «nuevo» como la lógica del Evangelio, según la cual quien da, recibe, y quien pierde, encuentra. Esa lógica nos muestra el rostro del mismo Cristo que sufre los dolores de la humanidad, por la que, como Él, podemos dar la vida y ser esa «gota en el océano» que hace posible que Jesús siga repitiendo «he venido para que tengáis vida y vida en abundancia». «Vida», sinónimo de paz, salud, bienestar, libertad, solidaridad, justicia… Amor, en definitiva.