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La biomasa ha llegado para quedarse

Miguel Bringas

No se trata sólo de un título curioso para llamar la atención del lector despistado, sino más bien de una afirmación un tanto incongruente, ya que la biomasa siempre ha estado presente en nuestra sociedad y cultura.
No se trata sólo de un título curioso para llamar la atención del lector despistado, sino más bien de una afirmación un tanto incongruente, ya que la biomasa (término referido a los residuos forestales y agroforestales de carácter sólido empleados como combustible doméstico) siempre ha estado presente en nuestra sociedad y cultura. Desde tiempos inmemoriales la leña ha sido el recurso principal que ha dado calor al hogar, especialmente en el ámbito rural, un uso que se ha ido abandonando a lo largo de la historia por otros combustibles de origen fósil con tecnologías más eficientes. Estos combustibles han contribuido de manera incuestionable a mejorar nuestro nivel de vida y confort, y han acaparado prácticamente el mercado energético en los dos últimos siglos. La preocupación actual por el cuidado del medio ambiente y la tendencia imparable del aumento de consumo de energía han posibilitado la adopción de compromisos internacionales tanto para la reducción de emisiones de CO2 como para el fomento de energías renovables. Esto mismo unido al incremento prolongado de los precios de los combustibles fósiles ha dado lugar a un interesante impulso mundial en los últimos años del sector de la biomasa, tanto a nivel industrial como doméstico. La biomasa presenta numerosas ventajas frente a los combustibles fósiles y algunos inconvenientes también. Entre las ventajas destaca su carácter de energía renovable y limpia con unos balances de emisión de CO2 mínimos; se trata además de combustibles significativamente más económicos y accesibles que los combustibles fósiles. Son recursos locales que suponen una fuente de generación de empleo y riqueza en países dependientes de la importación de energía, como es el caso de España. Curiosamente, hasta hace bien poco la biomasa era tratada en mucho casos como un residuo forestal o agroindustrial (restos de cortas y podas, huesos de aceituna en almazaras, cáscaras de frutos secos, etc.). Entre los inconvenientes se podrían citar varios. En primer lugar, destacar que se trata de tecnologías relativamente caras (equipos e instalaciones) y que el aprovechamiento de la biomasa conlleva un abastecimiento periódico de combustible, lo que puede ser percibido como una pérdida de comodidad por parte del usuario. Por otro lado, el mercado de suministro de biomasa en España está en crecimiento y necesita aún desarrollarse para cumplir todas las garantías de calidad y confianza que los usuarios demandan. Por último, mencionar que el aprovechamiento generalizado de estos recursos requerirá de una gestión y planificación que haga ciertamente sostenible su utilización. España es un país rico en biomasa, ya que es uno de los países con mayor superficie forestal de la UE, siendo además líder mundial en la producción de olivar y uno de los mayores productores mundiales de almendra y otros frutos secos. Se trata, por tanto, de una oportunidad incomparable para productores y consumidores de aunar intereses y esfuerzos para lograr que la biomasa se posicione dentro del mercado energético a nivel doméstico y sea una realidad. El camino, pues, ya ha empezado a andarse.



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