La psoriasis es una de las enfermedades crónicas más frecuentes de la piel, el cabello, las uñas, las mucosas e incluso las articulaciones. En España afecta aproximadamente a un millón de personas, y puede aparecer a cualquier edad, siendo más frecuente entre los 20 y 50 años.
Lo que caracteriza a la psoriasis es la placa psoriásica, roja en su base y con una descamación muy compacta y homogénea en la superficie, que suele distribuirse de forma simétrica por distintas localizaciones del cuerpo. En la forma de psoriasis más frecuente, la vulgar, las placas se localizan principalmente en codos, rodillas, región lumbosacra y con mucha frecuencia afectan al cuero cabelludo. La inflamación y el picor son frecuentes.
El 30% de los casos de psoriasis va acompañado de una artritis en una o varias articulaciones, con dolor, impotencia funcional y deformidad.
A pesar de que aún no se conoce bien su causa, se cree que se trata de una enfermedad de carácter inmunológico, que aparece en sujetos con una base genética especial. Su expresión clínica se ve favorecida por una serie de factores desencadenantes: estrés, fármacos (antiinflamatorios, antihipertensivos…), traumatismos en la piel y hormonas (en las mujeres empeora en la semana premenstrual, y mejora o se estabiliza en el embarazo).
Se agrava con ciertos hábitos tóxicos como el alcohol y el tabaco, y el clima influye en la aparición de los brotes (empeora en otoño y primavera, mejora en verano). Algunas infecciones desencadenan la enfermedad, como las infecciones por estreptococo, por el virus del SIDA, el papilomavirus y el virus de la hepatitis C.
Es muy importante que quede claro que la psoriasis no es una enfermedad infectocontagiosa, contrariamente a lo que algunas personas piensan.
Para el tratamiento existen una gran cantidad de preparados. Existe un cierto consenso a nivel mundial para tratar con productos tópicos a los pacientes con psoriasis, y si la afectación es muy extensa, habrá que asociar tratamiento sistémico como fototerapia, fotoquimioterapia y fármacos orales. Es fundamental que los pacientes y sus familiares sean conscientes de que se trata de una enfermedad crónica que cursa en brotes, con remisiones espontáneas o debidas al tratamiento, pero que, hoy por hoy, no tiene cura definitiva.
Por su manifestación en la piel y la alteración de la imagen corporal, puede generar un importante impacto emocional y psicológico en las personas que la padecen. Los pacientes se sienten estigmatizados y avergonzados debido a su piel, lo que les lleva a cubrirse lo más posible, a abandonar sus pasatiempos favoritos, o a retirarse de su círculo social para evitar así las miradas, los comentarios y la constante necesidad de explicar el porqué del aspecto de su piel.
No acuden a la playa, la piscina ni a ningún otro lugar público por miedo al rechazo. Algunos no pueden acceder a determinados trabajos y se les prohíbe el acceso a recintos públicos como piscinas o gimnasios.
En la actualidad hay alternativas terapéuticas eficaces que logran que una gran parte de los afectados puedan controlar sus brotes y lleven una vida normal.
Conocer un poco la enfermedad nos ayuda a no huir de estos enfermos.
LÉANOS
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