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Correspondencia



EncuentroMadrid / Contra la esclavitud infantil
EncuentroMadrid Como creo que a esta revista le gusta poner el acento en hechos esperanzadores, quiero señalarles el último “EncuentroMadrid”, del mes pasado, un evento cultural promovido por Comunión y Liberación que ya va por su séptima edición. El día de la inauguración, el profesor Giorgio Vittadini dijo cosas tan interesantes como que, cuando el individuo tiene inquietud de colaborar, «no le basta con pensar que su participación en la vida pública se limita al voto», porque se cansa, y por eso hay tanta abstención en las elecciones. Y el sociólogo Víctor Pérez Díaz apuntó que no basta con tener ganas de participar, sino que hace falta «entrenar la libertad responsable» de la persona para que dé su aportación a la sociedad con obras concretas. Así se gesta la gente solidaria. Me da esperanza esa forma de apelar al esfuerzo personal. Creo que llevamos demasiado tiempo educándonos a lo fácil, cuando la realidad es que, como dice el refrán, «el que algo quiere, algo le cuesta». A ver si conseguimos quitarnos de encima esta modorra sociológica y empezamos a ejercitar la donación de nosotros mismos, que es un sanísimo modo de colaborar en la construcción de la sociedad. M.E. Contra la esclavitud infantil Cada 16 de abril viene a nuestra memoria la vida de Iqbal Masih. Algunos ya hemos asociado este día a Iqbal, día que fue asesinado hace ya quince años por denunciar públicamente el crimen de la esclavitud infantil. Su martirio supuso esperanza para el mundo, para los débiles, para los esclavos. Su vida entregada sigue dando frutos. Hoy, siglo XXI, el sistema económico salvaje se sustenta, entre otras cosas, a costa de los niños esclavos, que no trabajadores, porque no son libres. El trabajo de los niños supone el 10% de la fuerza laboral mundial, pero los sindicatos están a otra cosa. Aumenta la esclavitud infantil y aumenta el paro adulto, dos caras de la misma moneda. ¿Es posible luchar contra estas injusticias? Iqbal lo hizo; tomó conciencia y se asoció. Con sólo 12 años le mataron por ser persona, por ser militante, por vencer el miedo con amor, por decir «no compréis la sangre de los niños esclavos». Iqbal demuestra que es mentira que no se pueda hacer nada, pues todo está por hacer. Iqbal no dijo que lo hagan los políticos, se puso a luchar y dio su vida con alegría, porque el que lucha tiene esperanza. No puedo desentenderme de los niños esclavos. Esto va conmigo, va con todos. Los tengo las 24 horas del día en mi ropa, en mi comida, en mi trabajo, en los juguetes de mis hijos… No puedo olvidarme porque soy cómplice de su esclavitud. Amar a mis hijos pasa por dejarles un mundo donde la esclavitud infantil sea sólo un recuerdo, pasa por luchar políticamente para erradicar este drama. Iqbal sigue vivo en los más de 400 millones de niños que quieren ser libres; sigue vivo en los millones de jóvenes y niños que quieren tenerle como referencia para su vida. Merece la pena dedicar la vida para que no haya ni un solo niño esclavo. O luchas o te vendes. Gracias Iqbal porque sigues vivo. Pongámonos manos a la obra en la lucha solidaria. Samuel Valderrey



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