Recuerdos de adolescente
En mis recuerdos de adolescente, ahora que paso de los 50, es raro que no aparezca la saga de los Kennedy con aquel sueño de un “curso nuevo”. Con la muerte casi simultánea, hace unos meses, de los dos últimos protagonistas de esta legendaria familia, Eunice y Ted, parece que cae el telón, aunque es verdad que el actual presidente norteamericano representa la realización de una profecía política de los Kennedy.
Comparar semejantes personajes de la escena política mundial con los de nuestra política no tiene nada que ver. El espesor político-social de una persona se compone de ideas y de iniciativas que nacen de una cultura sólida forjada de sensibilidad y amplios horizontes. Las exigencias, las emergencias de un país bajo todos los aspectos tienen que pertenecer al político que gobierne, distribuyendo como mejor pueda su buen hacer, su inteligencia y su honestidad intelectual al servicio de los ciudadanos.
Discutir sobre esta cultura, sobre estos valores, sobre integridad moral en la gestión de la cosa pública, tal y como estamos, parece inútil. Pero bueno, seguiremos encantados con los grandes, como los Kennedy.
P. D. M.
Agradecimiento
Les escribe el P. José Alarcón, OFMCap., superior de la Fraternidad de Arequipa (Perú). Quisiera en primer lugar agradecer el tiempo que nos han venido enviado gratuitamente Ciudad Nueva. Por su generosidad cuentan con nuestras oraciones ante el Señor.
La suscripción venía por intermedio de un hermano que, como es menester dentro de nuestra Orden ser trasladado cada cierto tiempo, éste se ha ido a México. Pero lo bueno no se puede dejar fácilmente, por eso desearía que Ciudad Nueva continúe llegando a nuestra fraternidad, pues nuestros estudiantes reciben un gran aporte en su preparación y a los hermanos que prestamos un servicio a la Iglesia nos mantiene actualizados.
Pienso que el bien que vienen realizando por la Iglesia es invalorable, lo cual exige de nosotros, sus suscriptores, un compromiso en la oración y también en el apostolado. Un cordial saludo
P. José Alarcón Gómez
El problema de la droga
Cada vez se oye hablar con más frecuencia de violencia en las escuelas, o te cuentan de algún chico que acabó su fin de semana con un accidente de tráfico. Me pregunto si realmente estamos haciendo lo posible para evitar que nuestros muchachos acaben en un túnel tan peligroso.
Soy docente y sé desde hace años que la droga corre en las escuelas. Uno se siente impotente ante un fenómeno que me parece poco valorado y hasta incluso ignorado. Cuando hablas con los estudiantes pareces el único que no lo sabe. Y entonces te cuentan: «Un porro cada tanto no hace daño; lo dejo cuando quiero; en la discoteca hay de todo, lo importante es no mezclar».
El lunes por la mañana te los encuentras en clase medio dormidos, acaso aún eufóricos porque todavía están bajo los efectos de todo lo que se han metido en la discoteca. ¿Cómo van a estar atentos, si aún tienen el porro en la cabeza?
La experiencia me ha demostrado que podemos y debemos intervenir, si no corremos el riesgo de que toda una generación sea destruida por culpa de falsas informaciones y por traficantes sin escrúpulos. Una cosa que yo hago, y que da cierto resultado, es invitar a chicos que han pasado por la experiencia de los efectos negativos de estas sustancias y luego se han hecho voluntarios de algún centro de recuperación para toxicómanos, dedicándose a campañas informativas. He visto que esos testimonios consiguen que mis alumnos reflexionen.
M. P.
LÉANOS
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