España ante el reto
La legislación vigente en España en torno a las fuentes de energía renovables se deriva del Plan de Energías Renovables 2005-2010, que fue aprobado en Consejo de Ministros en agosto de 2005. Dicho Plan obedecía entonces a dos necesidades básicas: disminuir nuestra dependencia energética y preservar el entorno. La dependencia energética (es decir, la cantidad de petróleo, gas, carbón, etc. que tuvimos que comprar fuera) en 2004 fue del 77,4%; en 2005 subió al 78,9% y en 2006 al 80,2%. Influye en la subida el incremento de la demanda y la variabilidad de la producción nacional, sobre todo la hidroeléctrica. El Plan 2005-2010 contempla los compromisos internacionales adquiridos por España y los que se derivan de nuestra pertenencia a la Unión Europea. Sus principales objetivos para el año 2010 son: cubrir el 12,1% de consumo total con fuentes renovables, generar el 29,4% de la energía eléctrica con fuentes renovables y aumentar al 5,75% el consumo de biocarburantes en transporte. Hasta la aprobación del Plan, tres fuentes renovables habían evolucionado satisfactoriamente: eólica, biocarburantes y biogás, pero no así la minihidráulica, la biomasa y la solar. La puesta en marcha del Plan requiere una inversión muy importante (casi 24.000 millones de euros), de los cuales el 77,1% corresponde al mercado financiero, el 20% a los promotores y el 2,9% a la ayuda pública. En este sector España lleva la delantera respecto a muchos países de la UE, bastante por encima de la media. En 2004, las fuentes renovables abastecieron el 6,5% del consumo total de energía primaria, lo cual supuso no emitir a la atmósfera casi 7 millones de toneladas de gases contaminantes. En este sentido el objetivo del Plan es ahorrarle a la atmósfera más de 27 millones de toneladas de CO2. En 2005 el porcentaje abastecido por las fuentes renovables fue ligeramente inferior (6,1%), pero en 2006 subió al 6,8%. Paralelamente, el “Plan de Acción 2005-2007” sobre la estrategia de ahorro y eficiencia energética pretende permitir un ahorro de energía primaria de 12 millones de toneladas equivalentes de petróleo, y evitar la emisión a la atmósfera de 32,5 millones de toneladas de CO2. Ante los nuevos planteamientos de la Unión Europea, el Ministerio de Industria ya está estudiando un nuevo plan que cubra el periodo 2011-2020 y que estaría elaborado en 2008. Uno de sus objetivos sería el de multiplicar por cuatro nuestra capacidad de producir electricidad a partir de las fuentes renovables, pero la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA) ya ha advertido que no será suficiente para llegar al 20% que propone Europa, ya que, según sus cálculos, España necesitará una capacidad de producir 85.000 megavatios, cuando actualmente no llega a los 20.000. El esfuerzo que supone la puesta en marcha de las instalaciones de energía renovable es considerable, tanto por la inversión inicial como por su rentabilidad. El rendimiento de los kilovatios instalados en este tipo de instalaciones es casi tres veces inferior al de las no renovables, debido justamente a la variabilidad de la fuente (sol, aire, agua). En una central nuclear el rendimiento es superior al 95%, en una térmica oscila entre el 70% y el 80%, mientras que en las renovables se sitúa por debajo del 40%. Por eso es tan difícil conseguir que aumente el porcentaje de energía consumida a partir de fuentes renovables: cuesta mucho producirla. Y también por eso mismo las compañías eléctricas se muestran reticentes a la hora de invertir, salvo quizás en la eólica. Según la Comisión Europea, alcanzar el objetivo del 20% de producción a partir de fuentes renovables en toda Europa supondrá un desembolso de 20 euros anuales por habitante. Javier Rubio |