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articulo

Prevención y tratamiento del estrés y la ansiedad

Isabel Almarcha Sarrias

Una trabajadora social y una enfermera unidas para prevenir y atajar una de las dolencias más comunes. 


Comenzó hace unos años, cuando en un equipo de Atención Primaria de Salud nos unimos dos profesionales: una trabajadora social y una enfermera, que es mi caso. Juntas tratamos de poner en común nuestras dificultades y así poder acompañarnos en el camino. Esto nos ayudó a no sentirnos solas en el trabajo y a dar un mayor impulso a nuestra tarea cotidiana. En cierto momento los directivos de atención primaria nos solicitaron proyectos para impartir educación para la salud. Esta petición propició que nos uniéramos más para lograr detectar los problemas de salud más comunes. Nos pusimos manos a la obra y llegamos a la conclusión de que el estrés y la ansiedad son dos de las dolencias más detectadas. ¿Por qué se llega a esas situaciones? Probablemente porque las personas trabajan mucho y tienen muy poco tiempo libre. Así que, ¿qué es lo que necesitan? Estudiamos cuáles eran las necesidades de este colectivo y decidimos que queríamos atajar el problema. Se dio la circunstancia de que por entonces estuve un tiempo de baja por una intervención quirúrgica y esto me dio un empujón para dedicarme a investigar sobre ese tema.
Nuestro propósito principal al buscar información era escoger fuentes fiables con temas investigados previamente y con unos resultados positivos evidentes, de tal forma que toda la base científica donde nos apoyáramos fuera exitosa y fiable. Al cabo de un tiempo de lectura encontré un estudio que me abrió los ojos completamente. Ese estudio trataba sobre la respiración y en él descubrí que la respiración iba a ser un eje fundamental para la labor que queríamos llevar a cabo. Lo hablé con mi compañera y concluimos en que podríamos grabar en audio un ejercicio mental pautado con la respiración guiada. Y así lo hicimos. Pero no solo la respiración es fundamental para mejorar la ansiedad y el estrés, la alimentación también lo es. De modo que tuvimos en cuenta las pautas de la Organización Mundial de la Salud para una dieta sana. También nos han sido útiles otros estudios realizados por diversos autores que han abordado temas como el manejo del pensamiento, el ejercicio diario según la edad, la comunicación, el respeto al otro, vivir el momento presente, eliminar el rencor y el odio, vivir en el amor… Con esta recolecta de información propusimos un taller en ocho sesiones de dos horas cada una, a realizare una vez a la semana en el Centro de salud, para tratar los temas mencionados anteriormente. El taller tuvo un éxito inesperado y con resultados muy positivos. Las personas acudían a las sesiones en el centro y luego podían repetir lo aprendido en casa y encontraban alivio.
En el trascurso de este proceso una amiga me dijo que estaba interesada en acudir a una práctica meditativa, y me ofrecí a ir con ella. Sin embargo, ella al final no pudo acudir y fui yo sola. Fue una experiencia muy enriquecedora y los organizadores me invitaron a hacer prácticas meditativas semanales. Acepté y empecé a meditar con ellos semanalmente. En una de esas sesiones tuve la inspiración de que tenía que impartir meditación en los talleres que estaba llevando a cabo. Se lo comenté a mi compañera de trabajo y vimos que era una buena idea. Por otra parte, en esta etapa se sumaron gastos personales inesperados y necesitaba obtener algún extra para salir del apuro. Por eso fuimos adelante con la idea del taller de meditación. Elaboré un folleto hablando de los beneficios que producía el taller, el horario, el lugar, que mi compañera había buscado, y empezamos a darle publicidad. Logramos impartirlo en dos lugares y los resultados fueron buenos. A modo de ejemplo, estas son unas muestras de lo que han dicho personas que asistieron al taller: «Mis problemas de ansiedad se han reducido bastante», «Nos hemos sentido familia», «Mi problema de claustrofobia ha mejorado muchísimo» (consiguió hacer todas las sesiones en un salón sin ventanas y completamente cerrado). Una persona tenía rota la relación con sus padres, allí encontró las herramientas para un acercamiento, que se produjo incluso antes de terminar los talleres, y su problema de ansiedad se redujo. Otra persona recién divorciada encontró herramientas para ver en su trauma un hecho para crecer y reconoció que su crecimiento personal le estaba ayudando mucho. «Ahora me tomo las cosas de otra forma».
En la última etapa de los talleres hemos incluido también meditación contemplativa. Considero que el ser humano necesita ciencia y a la vez espiritualidad, si no se queda con una parte de su todo sin atender ni cultivar, y sin esta parte, no puede encontrar la felicidad a la que aspiramos.

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