Seguramente podríamos encontrar muchos criterios, pero la mayoría de las veces nuestra elección está condicionada por costumbres familiares o culturales, aunque también puede estar determinada por el momento fisiológico concreto en que nos encontremos (enfermedad, embarazo, lactancia, práctica de algún deporte, etc.), por el hecho concreto de estar siguiendo algún tipo de dieta para perder o ganar peso, o porque estamos acostumbrados a ciertas marcas y productos que vemos anunciados. Y podríamos seguir...
Para poder establecer un vínculo sano con lo que comporta el acto de comer, es importante plantearse por qué escogemos lo que escogemos cuando vamos a comprar y entender bien cuál es nuestra relación con los alimentos que consumimos. Aparte de ser un acto social y placentero del que disfrutamos con familiares y amigos, comer es una necesidad fisiológica básica y además puede llegar a ser un potenciador de buena salud y un modo de prevenir ciertas enfermedades.
Los alimentos nos aportan los nutrientes que necesitamos para el buen funcionamiento del organismo. Este proceso se denomina nutrición y, por lo tanto, comprende aquellos procesos en los que el organismo utiliza los nutrientes que adquirimos a través de los alimentos y los aprovecha para mantener las funciones orgánicas del cuerpo.
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