Qué puede decirle el carisma de la unidad a una sociedad como la coreana, que es veloz, avanzada y ultratecnológica?
Margaret: Es una sociedad muy bien estructurada, organizada y eficaz, y así es también el Movimiento de los Focolares en Corea. El reto está en no dejarse arrollar, sino centrarse en las relaciones y a abrir aún más las puertas al diálogo de la vida, según la definición de Chiara Lubich. Y no solo hacia dentro del Movimiento, sino con todos.
Un día, paseando en un parque de Seúl, vi un árbol que me llamó la atención porque era un poco raro. Las ramas no iban hacia arriba, sino horizontalmente. Y me hizo reflexionar: las ramas se entrelazan, los árboles se tocaban unos a otros. Así deberían ser nuestra relaciones. Al igual que esos árboles, nuestros brazos deberían estar siempre abiertos para acoger a los demás con el corazón abierto a sus alegrías y dolores. Acoger a cada persona que Dios nos pone al lado.
Otra confirmación de esta reflexión me viene de la naturaleza misma de la Iglesia coreana, que nació a partir de un grupo de mártires laicos, Andrés Kim y sus compañeros. No puede disminuir el coraje ante los riesgos de la fe, ni ante los riesgos de nuestro carisma. En Corea el Movimiento es maduro y numeroso, justo por eso hay que darse a los demás con más empeño.
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