Tras la oscura noche de la Covid llegó la desgracia de la guerra. Para el virus se encontró una vacuna, para la barbarie de los conflictos (en Ucrania y en otras partes) parece que aún no hay remedio. En su mensaje para la 56ª Jornada Mundial de la Paz, el Papa ha hablado de una humanidad vulnerable. Por eso apela a los gobernantes, a los responsable de las organizaciones internacionales y a los líderes religiosos, pidiéndoles un compromiso para «cuidar» el mundo.
En medio de la noche
El documento, con fecha 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, vuelve la mirada a la crisis que provocó la pandemia y «nos sumió en medio de la noche, desestabilizando nuestra vida ordinaria, trastornando nuestros planes y costumbres, perturbando la aparente tranquilidad incluso de las sociedades más privilegiadas». Y añade: «En una vorágine de desafíos inesperados y en una situación que no estaba del todo clara ni siquiera desde el punto de vista científico, el mundo sanitario se movilizó para aliviar el dolor de tantos y tratar de ponerle remedio; del mismo modo, las autoridades políticas tuvieron que tomar medidas drásticas».
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