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articulo

Afrontar los conflictos con compasión

Benedetta Ionata


Todos, en algún momento de nuestra vida, nos encontramos con personas con las que chocamos. Son personas problemáticas que parecen agotar nuestras energías, personas que se nos acercan de modo equivocado, nos provocan, nos causan frustración o nos irritan. ¿Qué ocurre, por ejemplo, cuando tenemos que relacionarnos con colegas o familiares difíciles?, ¿cómo podemos aprender a crecer reflexionando sobre nuestras relaciones con personas problemáticas?
Sin duda la mayor parte de nuestro tiempo tratamos de rodearnos de personas que nos gustan y las queremos, personas con las que nos divertimos, con las que nos abrimos, en las que confiamos… Y con ellas hacemos lo mismo en una dinámica de reciprocidad. Ahora bien, la mayoría de nosotros no puede decidir con quién trabajar, con quién verse ni con quién interactuar regularmente. Nacemos en el seno de una familia en la que crecemos y evolucionamos a lo largo del tiempo, y en algún caso pueden surgir problemas y contraposiciones. Llega un momento en la vida en que todos tenemos familiares, amigos, colegas y gente extraña que pueden ponerlo todo patas arriba, retarnos, desatar y generar conflictos aun con la más banal de las intenciones. Entonces nos hallamos ante situaciones que nos crean malestar y tenemos que vérnoslas con personas que resultan difíciles.
Puede parecer una afirmación fuerte, pero en ciertos momentos todos podemos resultar personas difíciles. Lo cierto es que en buena medida todos somos problemáticos para alguien. Y eso es porque, incluso las personas más capaces de estar de acuerdo con los demás, pueden llegar a descubrir que también tienen trazas y aspectos negativos que las identifiquen como personas difíciles. Esto ocurre porque, en cierto sentido, podríamos no conocernos del todo bien o no logramos vernos como nos ven los demás. De hecho, hay que tener en cuenta que toda interacción es como un espejo: toda persona con la que entablemos una relación nos permite ver determinados aspectos de nosotros mismos. Vemos quiénes somos en cuanto hijo o hija cuando estamos ante nuestros padres, vemos quiénes somos como pareja cuando estamos ante nuestra pareja, como hermanos ante nuestros hermanos, como estudiantes ante nuestros docentes, como colaboradores ante nuestros colegas y como amigo ante nuestro grupo de amigos. Por tanto, cada una de nuestras numerosas interacciones nos refleja quiénes somos. Y según este razonamiento, también las personas problemáticas nos reflejan nuestras inseguridades y nuestras insuficiencias.
Lo que acabo de decir está en línea con la afirmación «toda percepción es una proyección», en el sentido que, consciente o inconscientemente, a menudo culpamos y etiquetamos a alguien de problemático cuando en realidad lo que nos está incomodando es nuestra propia inseguridad, desencadenando emociones desagradables y retándonos cuando estamos ante esa persona. Al final acabaremos juzgando negativamente a esa persona como difícil, desagradable y problemática.

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