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Trabajo en equipo y ganas de ayudar

Luis Zavala


En el número de agosto-septiembre de la revista he leído el testimonio de Carmen Ferreiro en el que, entre otras, cuenta su experiencia en la acción «Morir por la propia gente». No he podido menos que rememorar aquel periodo en el que yo también me impliqué en la acción. Acudía con otros jóvenes a la hoy desaparecida UVA de Villaverde o Colonia de los Toreros, a finales de los años setenta. Como en otras UVA el periodo inicial de realojo de las familias se prolongó durante años, de modo que el barrio vino a convertirse en una especie de gueto en el que vivían personas marginadas, con escasos recursos económicos y con pocas perspectivas. La droga y diversas formas de delincuencia se hicieron frecuentes.
No recuerdo bien cómo llegamos allí, pero sé que establecimos contacto con un convento de monjas que se encontraba en medio del barrio. Las religiosas que vivían allí nos informaban de casos de necesidad que conocían y nosotros tratábamos de hacer algo por ellos. En especial tengo presente a una pareja con problemas con el alcohol y escasos recursos económicos con la que vivía una hija de ella, discapacitada. Recuerdo las visitas a la casa, que se encontraba en situación de abandono, y cómo nos propusimos adecentarla. De acuerdo con ellos revolvimos la casa entera limpiando muebles, suelos y paredes, a veces con mucho esfuerzo y venciendo cierta repugnancia, debido a que llevaba tiempo sin una limpieza general.
Otro episodio que recuerdo bien es que un verano se logró que la chica discapacitada pudiera pasar una temporada en un convento de monjas fuera de Madrid. De entre todos, el único disponible para acompañarla en aquel momento era yo, y sin reparar en nada más sacamos los billetes de autobús y la acompañé hasta el convento, y lo mismo para la vuelta: sin autorizaciones ni documentos, ni siquiera pensamos en ello. 
Ya antes de estos episodios habíamos ido varias veces a una residencia de ancianos con pocos medios. La impronta que dejó en mí esa experiencia me ha acompañado toda la vida y me ha ayudado a valorar lo que tengo, cuidándolo y mejorándolo. Además despertó en mí la sensibilidad por las personas que se encuentran en situaciones precarias, de necesidad, y a ser consciente de las injusticias que se producen a tan solo unos pocos kilómetros de donde yo vivo. Y tratar de remediarlas en la medida de lo posible.

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