Hay árboles plantados por el hombre, otras veces son nacidos por generación espontánea. A veces forman un bosque y a menudo ofrecen preciosos paisajes donde encontramos una flora y una fauna que viven en el bosque. Otras veces son árboles digamos domésticos, o sea, esas plantaciones hechas para recoger sus frutos o bien para aprovechar su madera. Por cierto, hay árboles, como el nogal, del que aprovechamos sus frutos y su madera, que es muy valorada.
Hace cincuenta años viví varios años en Granada. Durante el día hacía 5 o 6 grados menos que en otras zonas de la Andalucía interior. En aquella época, al ponerse el sol, apetecía coger un jersey porque hacía fresquito. Hoy hace el mismo calor e incluso más que en Jaén, tanto de día como de noche. Y es que en aquel entonces casi el 50% de la vega granadina se plantaba de chopo, para usar su madera en la elaboración de cajas para fruta, pescado, etc. (ahora son de plástico). Hoy el cultivo de chopo prácticamente ha desaparecido y la situación climatológica de Granada ha cambiado.
Quizás alguien me pueda objetar que hacemos un aprovechamiento de los árboles excesivo. Y tiene razón. Pero la naturaleza nos ofrece este recurso que hemos de utilizar con criterio y sentido común. Una cosa es aprovechar la madera y otra muy distinta cargarse el bosque. Las plantas, además, con el tiempo envejecen y mueren, de modo que es lógico utilizarlas.
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