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¿Podemos mejorar el trabajo?

Vicente Salas Fumás

¿Es posible mejorar el trabajo? El autor toma en consideración tres propuestas que pueden ser de mayor alcance que las reformas legislativas del mercado laboral.


No trabajan todas las personas que pueden y quieren trabajar, ni el trabajo es el mismo para todas las personas, siendo la seguridad y el control sobre el propio trabajo dos factores de diferenciación. Estar empleado en el sector público proporciona mucha seguridad, pero en general el trabajo está burocratizado, con normas, reglas y procedimientos que el empleado público se limita a seguir. En el otro extremo, la persona auto empleada y los socios trabajadores de cooperativas tiene máxima autonomía y control sobre su trabajo, pero soportan la incertidumbre sobre la demanda y los ingresos que van a recibir; es decir, consiguen más control sobre su trabajo a costa de más incertidumbre y menos seguridad. 
La mayoría de las personas que trabajan, en España y en todos los países a partir de cierto grado de desarrollo, lo hacen como asalariados por cuenta ajena, principalmente en el sector privado. Ser asalariado significa aceptar que otra persona, el empleador, que además se apropia de los resultados del trabajo, decida qué, cómo y cuándo se realiza el trabajo, dentro de los límites marcados por las leyes y por los términos del contrato laboral. A cambio, compensa al trabajador con un salario acordado de antemano mientras se mantenga la relación laboral. Los empleadores pueden ser personas físicas (empresarios) o personas jurídicas (principalmente sociedades de capitales, anónimas o de responsabilidad limitada). Estas últimas avalan el cumplimiento de su parte en la relación laboral con un patrimonio tangible (valor de los activos de la sociedad) e intangible (reputación) de su propiedad. En España el 90% de los asalariados realizan su trabajo empleados por sociedades de capitales cuya gestión, incluidas las decisiones que afectan a las condiciones de trabajo, responde al criterio de maximizar el beneficio que retribuye al capital.
La satisfacción general con el trabajo, y con la calidad de vida que proporciona, ha empeorado durante los últimos años. La globalización, los avances tecnológicos y los cambios institucionales (por ejemplo, el descenso en la afiliación sindical) polarizan las condiciones laborales y salariales de la población. Aumenta la desigualdad económica, el empleo precario, los salarios de pobreza, la ansiedad, que se hacen todavía más visibles en periodos de crisis, cada vez más frecuentes y por diferentes causas (crisis financiera de 2008, pandemia en 2020). Así mismo se observan episodios inéditos: en Estados Unidos un número elevado de trabajadores abandonan su puesto porque no se sienten adecuadamente reconocidos. Ante esta realidad, y con las condiciones de partida, ¿es posible mejorar el trabajo? Tomemos en consideración tres propuestas que pueden ser de más alcance que las reformas legislativas del mercado laboral.
 

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