La Ley Penitenciaria española va más allá del castigo al interpretar lo que debe ser una condena. Eso la convierte en una ley muy avanzada. Dice un artículo: «El tiempo en prisión ha de servir para reeducar, reinsertar y preparar a la vuelta en libertad». Claro, pretender que el solo transcurso del tiempo produzca en el penado tales cambios es imposible, pues a la ya complicada situación personal se añaden los múltiples problemas que conlleva la pérdida de libertad: económicos, rupturas familiares, problemas de convivencia, suma de malas experiencias de los compañeros de prisión… Por todo esto, nuestros centros penitenciarios están llenos de internos que han vuelto a delinquir.
Acompañar en asumir la culpa
El recluso debe asumir la culpa y la responsabilidad de lo cometido. Solo desde ahí se puede recomenzar. Este paso, que es personal, requiere una dura elaboración y es muy difícil conseguirlo sin ayuda, ya que es más fácil justificarse y sentirse víctima de «la injusticia social», «la necesidad», «la familia», «las malas compañías», «las adicciones», «la mala suerte»…
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