Cuando hablamos de globalización económica, ¿a qué nos referimos? A la tendencia a una mayor integración económica mundial. Se trata del incremento de empresas multinacionales en el mundo, del aumento de la inversión extranjera directa en los países en vías de desarrollo, de una mayor integración de los mercados de capital y mayor movilidad del factor humano, pero sobre todo del incremento en las últimas décadas del comercio internacional.

 

Hay una clara contraposición entre lo que la ciencia económica afirma y muchas de las percepciones que tienen quienes son contrarios a la globalización. En este sentido, la diferencia más clara tiene que ver con la sensación imperante en quienes consideran el libre comercio como un juego suma cero ausente de cooperación, es decir que lo que ganan unos países lo pierden los demás. Pero la realidad es que la globalización económica no es un juego suma cero, sino que con ella todos los países ganan. Puede parecer difícil de entender, pero las teorías básicas del libre comercio internacional fundan su análisis en la necesaria especialización de los países en la producción de aquellos bienes y servicios en los que cada una de las partes tiene una ventaja comparativa, como consecuencia de las diversas productividades relativas de los distintos países. Ventaja comparativa que cada vez ponen más en duda los antiglobalistas, pero perfectamente en vigor en pleno siglo XXI.