En 2020 se cumplieron los 50 años de un hito en la solidaridad y cooperación entre países ricos (Norte) y pobres (Sur). Se trata de la solemne decisión tomada en la Asamblea General de Naciones Unidas según la cual, a partir de entonces, los países más ricos del mundo (dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico - OCDE) deberían transferir cada año a los países más pobres, de diversas formas y con los correspondientes y rigurosos controles y auditorías, el equivalente al 0,7% de su PIB.
El conjunto de los países ricos, que conforman el Comité de la OCDE para la Ayuda al Desarrollo (CAD), actualmente aportan el 0,31% del PIB, con lo que para llegar al objetivo del 0,7% tendrían que conseguir multiplicar tal cifra por más del doble. Pero las diferencias entre los países donantes son significativas. Mientras algunos cumplen con creces, como Suecia (1%), Dinamarca (0,9%) y Reino Unido (0,7%), otros, como España (0,18%) y Estados Unidos (0,16%) no llegan ni siquiera al 0,2%. El caso de Estados Unidos es significativo pues sus gobernantes suelen comentar ser el país con mayor aportación, ofreciendo el dato absoluto de 35.000 millones de dólares, pero ocultando el importante dato de que, en términos relativos a su PIB, resulta ser uno de los países con menor aportación.
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