En cuanto a los adolescentes, su salud se ve comprometida en diversas áreas y una muy evidente es el mundo digital. Con el confinamiento aumentó el tiempo de exposición a las pantallas y, con ello, la exposición a riesgos físicos, psicológicos y sociales, siendo aún más necesario promover la salud digital para favorecer un uso saludable, seguro, crítico y responsable de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), que incluyen televisión, tablets, ordenadores y móviles.
El riesgo más frecuente es el acceso a información inadecuada para la edad y lo que entraña mayor riesgo es el ciberacoso, por la alta probabilidad de depresión grave y suicidio. En muchas ocasiones coexisten el abuso y las conductas adictivas en Internet, los trastornos del sueño, el riesgo de obesidad y problemas de atención que dificultan el rendimiento académico.
Para prevenir es necesario establecer límites en el tiempo de uso y en los lugares donde usar los dispositivos, también fomentar la interacción con otros chicos y adultos. Es importante reforzar a los padres para que sean el mejor ejemplo de sus hijos, animándolos a realizar un plan digital familiar, que supone una revolución en la promoción de la salud digital, porque los padres, en lugar de ser actores pasivos que establecen normas o no, pasan a ser modelos que los hijos imitarán.
En general, los adolescentes se han adaptado bien al confinamiento, aunque se desconoce las consecuencias a medio y largo plazo. Lo que sí sabemos es que el impacto ha sido desigual y que influyen múltiples factores: cómo afrontan la situación los padres, su estilo educativo, la existencia o no de enfermedades previas, el estrés familiar que generó la situación, la existencia de maltrato intrafamiliar, etc.
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