La huella ecológica varía en función de los hábitos alimentarios y de consumo, de nuestra movilidad, de los recursos y energía que utilizamos y de los residuos que generamos. Globalmente considerada, la huella humana supera ya la capacidad de la Tierra, a costa del alarmante deterioro del planeta y de la desigual contribución de las sociedades humanas, estrechamente ligada a un sistema dominante que, además de insostenible ambiental y económicamente, es muy injusto.
Para ejercer un compromiso socio-ambiental y así reducir nuestra huella, resultará muy útil valorar con calma nuestra coherencia. Para algunos será también de utilidad revitalizar hábitos de consumo de nuestros mayores, del medio rural hasta hace pocas décadas, cuando los desperdicios eran mínimos y la reutilización era la norma.
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