Visitar a los presos: conmigo lo hicisteis
Por María Jesús ArandaConocemos poco esta actividad de la Iglesia. Una aproximación al mundo carcelario, a través de la experiencia de un trabajador social.
Días atrás cayó en mis manos una revista distinta. No la encontraremos en la peluquería, ni en salas de esperas: Puente. Me ha sorprendido el mundo que describe: la pastoral penitenciara. Se habla poco de ello. Los informes del Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal dicen que trabajan 50 capellanes a tiempo completo, 84 a media jornada y otros 28 de apoyo. Con ellos colaboran unos 2.700 voluntarios y están implicadas 358 parroquias, 196 congregaciones religiosas y 154 ONG. Para ello la Iglesia invirtió en 2017 casi 810.000 euros en ayudas directas a las personas presas, así como en formación y casas de acogida para atenderlas cuando tienen algún permiso. Durante su pontificado el papa Francisco ha visitado 15 prisiones. En todas las visitas ha dicho a los presos que Dios los quiere, pero también quiere que cambien de vida. En Chile llegó a decir: «Una condena sin futuro no es una condena, es una tortura». Así la prisión no será el punto y final, sino el punto de partida de una nueva vida.
Hace unos meses tuve ocasión de asistir a unas jornadas sobre «personas con trastorno mental: limites y posibilidades legales». Me llamó la atención la intervención de José María López Fernández, voluntario de la Asociación Marillac, en un debate sobre la intervención judicial y psicosocial en el proceso penal y penitenciario, ofreciendo alternativas para esas personas que sufren algún trastorno mental en ese contexto. Así que concerté una entrevista con él, pues en cuanto trabajador social conoce muy de cerca esta situación.
–Tengo entendido que casi el 30% de la población penitenciaria está en tratamiento psicológico…
–Efectivamente. La mayoría padecen esquizofrenia, con bastante diferencia de otros trastornos. Las mujeres están diagnosticadas en mayor numero de casos que los hombres, y llama la atención que una mínima parte son extranjeros. La cifra de españoles diagnosticados con algún trastorno mental y privados de libertad ronda el 40% e la población carcelaria.
