En la imponente Oración para pedir a Dios el buen uso de las enfermedades el genio francés Blaise Pascal dijo, en síntesis, que el hombre es sus enfermedades. El filósofo Xavier Zubiri se expresa en términos similares cuando afirma que, debido a su estructura, «el hombre no puede sino tener enfermedades». En estos tiempos conviene reflexionar seriamente sobre esta constatación.
No habría enfermedades si el ser humano no fuese esencialmente corpóreo. La estructura de su corporeidad conlleva la enfermedad y, al final, la muerte. En el cuerpo reside una característica de nuestro ser, el modo de estar en la realidad y ante los demás. Ese cuerpo representa el drama de la existencia y, al mismo tiempo, su exaltación, pues al cuerpo le debemos las alegrías que podemos experimentar en esta tierra. El ser humano es un sistema psico-orgánico destinado a albergar la vida del espíritu/Espíritu.
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