En plena crisis por el coronavirus nadie podría pensar que existen unos virus, los fagos, que por su capacidad para infectar las bacterias, podrían convertirse en un apoyo para luchar contra las infecciones, en un momento en que la resistencia a los antibióticos empieza a convertirse en uno de los grandes desafíos de la medicina.
Por su naturaleza, los virus no son seres ni vivos ni muertos. No crecen, no se mueven, no fabrican energía. Se dejan llevar por el azar hasta que, como parásitos, se adhieren a una célula y, utilizando el sistema reproductor de la misma, se multiplican destruyendo la célula durante el proceso.
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