Desgraciadamente, se llega poco preparado a la segunda mitad de la vida. Para la persona que se encuentra en la madurez es más sano a nivel mental considerar el deterioro físico y la muerte como un hecho que no hay que temer. No hacerlo o incluso rechazarlo puede llevar a la frustración e incluso a la depresión.
Para una persona madura, aceptar la muerte significa estar en paz con su inconsciente. De hecho, la belleza de esta edad radica en la aportación única e insustituible que puede dar a los demás, y especialmente a los jóvenes, de su experiencia y sabiduría. Es la llamada «paradoja de la sabiduría»: la mente se hace más fuerte cuando el cerebro envejece.
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