Dirigiéndose a la muchedumbre que lo seguía, Jesús anunciaba la novedad del estilo de vida de quienes quieren ser sus discípulos, un estilo «a contracorriente» con respecto a la mentalidad más difundida (cf. Mt 23, 1-12).
En su tiempo, al igual que hoy, era común hacer discursos moralistas y luego no vivir con coherencia, sino más bien buscar para uno mismo puestos de prestigio social, modos de destacar y de servirse de los demás para conseguir ventajas personales.
Jesús les pide a los suyos una lógica completamente distinta en las relaciones con los demás; la que Él mismo vivió:
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