De repente, no pude evitar acordarme de mis alumnos de 2º de Primaria correteando de aquí para allá, alegres y vivarachos, recogiendo envases del suelo, contentos al saberse útiles por haber hecho algo positivo mientras realizábamos una salida por el entorno.
No es un hecho nuevo, pues desde hace tiempo se lleva haciendo por parte de asociaciones y entidades de carácter ecologista o social, pero sorprende que después de tanto esfuerzo nuestros paisajes sigan apareciendo salpicados de briks, botellas y latas por doquier. No solo los montes, también las playas de nuestra preciada costa, tesoro de la industria del turismo español, que se abarrotan de varios millones de personas cada verano.
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