A sí se quiso denominar esta pacífica concentración de la oposición venezolana el pasado 17 de mayo, con el fin de rendir homenaje a los muertos (45 hasta ese momento) que se habían producido durante las protestas que no dejaban de sucederse en el país desde hacía más de cincuenta días. No podía ser solo un sencillo minuto de silencio por cada una de las víctimas, porque «no hay tantos minutos, no hay tanto silencio para aquellos que dieron su vida por Venezuela», se le oyó decir al diputado Carlos Paparoni.
Convocados en dos puntos distintos de Caracas, en lugar de enarbolar banderas o insignias de los distintos partidos, los manifestantes sostenían en sus manos simples velas, «símbolo de la luz que llevamos en el corazón», dijo el sacerdote que celebró la misa conclusiva en uno de los dos puntos, pues «somos seres de luz, no de oscuridad».
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