París sigue bajo el trauma de los atentados de hace un año, pero es una ciudad símbolo de cultura, pensamiento y organización social. El diario Le Parisien, queriendo recordar aquellos atentados, dedicó unas cuantas páginas de su edición dominical al tema de la fraternidad, preguntando a un centenar de parisinos, tanto famosos como no, qué pensaban sobre ese tercer principio del lema de la Revolución Francesa.
En medio de este clima, entre esperanzado y temeroso, el pasado 15 de noviembre tuvo lugar un acto que congregó a unas cuatrocientas personas en la sede parisina de la Unesco con el fin de conmemorar el 20º aniversario de la concesión en diciembre de 1996 del Premio Unesco de Educación a la Paz a Chiara Lubich, fundadora de los Focolares. Ejemplos de fraternidad y palabras que narran procesos de paz en distintas partes del mundo fueron los ingredientes básicos del evento. Enmarcadas en cinco contextos específicos (educación, economía, derecho, ecología y arte), las distintas experiencias querían demostrar con los hechos que es posible emprender iniciativas promotoras de una cultura de paz.
En su intervención, Jesús Morán, copresidente de los Focolares, señaló que el mapa actual de los puntos conflictivos parece un paso atrás en la Historia. Pero en su opinión hay indicios de una progresiva humanización de la sociedad, cada vez más sensible a la cooperación, a la reconciliación y a la solidaridad. «Las razones de la paz –dijo– llevan a actuar en las causas de la guerra, a trabajar por la justicia social […] y ocuparse del bien y la paz de los demás para cuidar la felicidad de uno mismo».
María Voce, la actual presidenta de los Focolares, que no pudo acudir al acto por motivos de salud, recordó en su mensaje que si bien el mundo está «fragmentado por conflictos que parecen mundializados, con formas de violencia no convencionales, difíciles de combatir con las armas tradicionales», es paradójicamente más fraterno y está más unido. Por eso mismo «solo un esfuerzo colectivo puede derrotar esta oleada de violencia».
No se refería solo a los esfuerzos políticos o diplomáticos, sino también a los que realiza la gente corriente con gestos concretos de justicia, perdón y reconciliación. Prestar atención a los lazos que unen a las personas y a los grupos sociales es, según María Voce, lo que genera esos «puntos locales de paz» que construyen la paz universal. Esta es la forma de reinventar la paz: «a trozos».
Las palabras del representante de la Unesco, Badarch Dendev, subrayaron la convergencia existente entre la labor de ese organismo y la que llevan a cabo organizaciones como el Movimiento de los Focolares (en la ONU representado por la ONG New Humanity), que trabajan por la fraternidad universal, lo cual implica proteger la naturaleza, atender a los migrantes, defender los derechos del hombre…
Por su parte, monseñor Francesco Follo, representante permanente de la Santa Sede en la Unesco, que colaboró en la organización del acto, subraya que la labor de Chiara Lubich en favor de la paz ha sido «un compromiso de fuerza y perseverancia, tratando de construir una sola familia humana». Y remitiéndose a la etimología de la palabra «diálogo», añade que la palabra, el «logos», no solo informa, sino que es capaz de transformar la relación entre las personas. r