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Aquí están vivos

Maddalena Maltese

Más de 23.000 personas han muerto entre 2000 y 2013 mientras intentaban alcanzar Europa, una media de más de 1.700 fallecimientos documentados cada año.  

Italia es el país donde desembarcan la mayoría de los supervivientes de la travesía del Mediterráneo.


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«Donde antes almacenábamos alcachofas, ahora alojamos “cristianos”». Así de directo es el gestor de un centro de acogida para inmigrantes situado a los pies del Etna, en la costa este de Sicilia.

Y siguiendo su ejemplo, no hay día en que alguien no se invente un nuevo centro, un apartamento o un almacén como el suyo, donde en lugar de alcachofas se apiñan “cristianos”, aunque muchos de ellos lleven en su equipaje de supervivencia una alfombrilla para rezarle a Alá.

Y, evidentemente, tampoco son alcachofas ni esta nave industrial repleta de camillas puede definirse como centro de acogida. Estas son algunas de las muchas anomalías que produce lo que se ha dado en llamar «emergencia desembarcos» desde que hace más de veinte años Italia empezó a dar refugio a los supervivientes de la travesía del Mediterráneo.

Primero fueron los curdos, luego los albaneses y los magrebíes, y ahora los subsaharianos y los sirios. Cuando en plena noche suena el teléfono en una comisaría de policía, no hay tiempo de ponerse a sopesar. Hacen falta alojamientos, aunque no haya autorizaciones y las inspecciones estén sin acabar, o incluso sin empezar. Esto ocurre sobre todo en las costas de primer desembarco: Sicilia, Calabria y Apulia.

 

 

 

Hay más de 1.650 centros de acogida

 

temporales repartidos por toda Italia, la mayor parte en el norte. Hay además 14 centros gubernamentales de acogida para los que requieren asilo, donde los residentes se cuentan siempre por miles. Por último están las infraestructuras del «Sistema de Protección para los que piden Asilo y Refugiados», que actualmente acogen a unas 20.000 personas.

Los datos oficiales publicados por el Ministerio del Interior son de marzo pasado, pero la última avalancha de desembarcos aumentará considerablemente las cifras. Solo en los meses de enero y febrero se produjeron 69 desembarcos, frente a los 46 del mismo período en 2014. En la primera semana de abril, un comandante de la Guardia Costera tuvo que coordinar en un solo día 27 operaciones de salvamento, en las que participaron no solo las unidades navales de la operación Tritón, sino también barcos mercantes y pesqueros.

 

Se calcula que actualmente hay en territorio italiano unos 67.000 inmigrantes. La lista de los países de procedencia (Mali, Siria, Nigeria, Gambia, Somalia...) recuerda un parte de guerra: miseria, esclavitud, dictadura, persecución religiosa. Lugares en los que no hay presente ni futuro. Aquí por lo menos están vivos.



A finales de abril el Parlamento Europeo adoptó con un amplio margen de apoyo (449 votos a favor, 130 en contra y 93 abstenciones) una resolución no vinculante dirigida a la Comisión Europea. Considerando la soledad con que actúa Italia socorriendo a los supervivientes y recuperando cadáveres en el Canal de Sicilia, el Parlamento Europeo proponía unas líneas de actuación bien precisas: ampliar la Operación Tritón, que es solo de vigilancia, a la búsqueda y socorro en el mar; fijar una cuota vinculante entre todos los países de la Unión Europea para repartir a quienes piden asilo; aplicar las directivas sobre sistemas de protección humanitaria en caso de desplazamientos masivos; dar una mayor aportación a los programas de reinserción ya existentes; definir sanciones penales más severas contra la trata de seres humanos y el tráfico de personas.

Diez días después, la Comisión Europea examinó la propuesta y ha definido planes de actuación que, en cualquier caso, antes de ser operativos deberán ser aprobados

por cada uno de los Estados miembros. Y ahí es donde la cosa será difícil. No todos los Estados están dispuestos a acoger inmigrantes. Por ahora solo se han sentido interpelados seis de los 28 países de la Unión Europea. Los demás parecen tomar distancia de la propuesta. Y es que la Comisión Europea invita a los Estados de la Unión a un compromiso preciso: obligación de acoger una cuota de migrantes; misiones específicas en las costas de Libia para interceptar y destruir barcos de traficantes de seres humanos; potenciar la actividad de inteligencia en apoyo de los países africanos con el fin de arrestar a los traficantes en tierra cuando cruzan el desierto.

Lamentablemente los plazos serán largos y los países de la Unión no parecen muy dispuestos a la acogida. Se diría que es un problema sin solución, pero también es cierto que la posición que ha asumido la Unión Europea era inimaginable hasta hace muy poco.

 

Flavia Cerino



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