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articulo

Jorge el sucio

Pilar Cabañas

Jorge era un chaval un tanto desordenado...


Jorge era un chaval un tanto desordenado. Dejaba siempre los zapatos en medio del salón, y cuando se comía un caramelo, dejaba el papel tirado en cualquier lugar: en la cama, en el sofá o entre las páginas de un libro. Su madre estaba desesperada y ya no sabía qué hacer.

 

A Jorge le gustaba mucho ir al campo. Allí se sentía plenamente libre. Le gustaba trepar a los árboles y desde lo más alto ver cómo el viento agitaba los trigales, o cómo un pequeño conejo se comía los tréboles de la orilla del camino. Sin embargo, si se bebía un zumo o se comía una bolsa de patatas, no dudaba en tirar los envases vacíos al suelo. ¿Pensaría que se iban a desvanecer? ¿Quizás creía que esas cosas no tenían consecuencias?

 

Un día, al tirar una lata de Coca-Cola, le dio en la cabeza a una lagartija. Ésta, en lugar de escapar corriendo, se enfrentó a él y muy seria le dijo: «¡Eh, chaval! ¿Pero qué haces? ¿Crees que puedes dejar mi casa como un estercolero?». Jorge, con un tono un tanto chulo, le contestó: «¿Qué quieres? ¿Que me lo guarde en el bolsillo?». Y se fue sin más. Pero la lagartija le lanzó algo con su lengua sin que él se diera cuenta.

 

Después de aquello Jorge abrió su bolsa de bombones y de camino a la granja de sus abuelos comenzó a comérselos. Pero… cada vez que tiraba el papel del envoltorio al suelo, los colores de alrededor desaparecían y todo se volvía de color gris. La primera vez miró alrededor y le pareció extraño, pero pensó que quizá alguna nube había ocultado el sol. Sin embargo, la segunda, la tercera, la cuarta vez, se dio cuenta de que era el resultado de tirar la basura al suelo.

 

Cuando llegó a la casa de sus abuelos, en la cima de la colina, y miró hacia abajo, vio la oscura línea gris en que se había transformado el camino que había recorrido. Tumbado en la cama, quería olvidar aquella imagen y aquellas otras en las que recordaba cada uno de los papeles que había ido arrojando al suelo. Le costó dormirse y cuando lo consiguió, soñó que subía a su árbol favorito. Estaba contento, pero al asomarse entre sus ramas, su vista se fijó en la cantidad de basura que había en la pradera y cómo alrededor de ella en lugar de hierba había un polvo gris pegajoso de color ceniza.

 

Jorge se despertó asustado y sudoroso, y comprendió lo que aquel sueño significaba. Desayunó rápidamente, cogió una bolsa y salió disparado hacia su árbol. Buscó en la pradera toda la guarrería que había esparcida y la fue recogiendo. Al acabar se subió al árbol y contempló maravillado la hermosura de la Naturaleza.

 

 

Cuando después de aquellos días de vacaciones con sus abuelos, regresó a casa, su madre se dio cuenta de que Jorge había cambiado. Había aprendido que cada cosa que hacemos tiene su consecuencia. Pilar Cabañas - Ilustraciones: Pablo López y Marta Aguado





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