logoIntroduzca su email y recibirá un mensaje de recuperación de su contraseña






                    




articulo

Custodiar y servir

CN

En estos comienzos del pontificado de Papa Francisco podemos captar aspectos fundamentales que ya asomaban en su discurso de «inicio del ministerio como obispo de Roma», que pronunció en la plaza de San Pedro el 19 de marzo.
pdf
En estos comienzos del pontificado de Papa Francisco podemos captar aspectos fundamentales que ya asomaban en su discurso de «inicio del ministerio como obispo de Roma», que pronunció en la plaza de San Pedro el 19 de marzo. En especial hay que destacar dos palabras: «custodiar» y «servir». La custodia de la que habla el Papa argentino es una custodia muy activa: el que custodia también sabe tomar las decisiones oportunas. Además afirma que la custodia no está reservada sólo a algunos, ya sea el Papa o los católicos, sino a todos los hombres de buena voluntad, pues todos estamos llamados a colaborar con Dios para que se cumpla su designio, cada cual por la parte que le compete. Esto da esperanzas en lo que se refiere a la necesidad de renovar la Iglesia, de realizar cambios en la Curia vaticana, de que se instale un estilo sobrio y se dé una especial atención a los pobres, y un diálogo verdadero. Los gestos del Papa Francisco, sencillos y humildes, parecen estar anticipando las respuestas que él mismo dará. Por otra parte, el Papa Francisco ha usado la palabra «pontífice» sólo cuando recibió a los diplomáticos acreditados ante la Santa Sede, y esto para dar testimonio de que él está llamado a construir puentes entre los hombres y entre los Estados, subrayando de esta manera que esos puentes han de poner en contacto a las personas entre sí, no como enemigos o rivales, sino como hermanos. Por eso ha hablado mucho de diálogo: diálogo necesario con el islam y con todos, incluidos los no creyentes. La segunda palabra a destacar es «servicio». El Papa Francisco ha hablado de ello y sobre todo ha dado testimonio con los hechos, con un servicio no como el de un esclavo, sino libre, desde la ternura y por amor. Para saber «custodiar» nos puede guiar sin duda el amor, porque nos da la luz necesaria para descubrir el designio que Dios tiene para otra persona, para un grupo, para un Estado, para la creación y para nosotros mismos. Y la plenitud del designio de Dios para la Iglesia, tal y como lo presentó el Concilio Vaticano II, es un pueblo de Dios aunado «en la Trinidad». Ése parece ser el plan que el Papa Francisco tiene en mente: favorecer la comunión entre todos los miembros de la Iglesia más allá de las barreras institucionales, descendiendo en medio de la gente, sirviendo a todos, como lo demuestra cuando recorre la plaza de San Pedro con sus gestos de simpatía y amistad.



  SÍGANOS EN LAS REDES SOCIALES
Política protección de datos
Aviso legal
Mapa de la Web
Política de cookies
@2016 Editorial Ciudad Nueva. Todos los derechos reservados
CONTACTO

DÓNDE ESTAMOS

facebook twitter instagram youtube
OTRAS REVISTAS
Ciutat Nuova