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MEDICINA

Vicente Villatoro

Una gota para el paciente, una sangría para el sistema.
En un medio de comunicación de Alicante apareció no hace mucho la queja de un diabético por la retirada de esas tiras que permiten el autocontrol del nivel de glucosa. Al parecer, hasta el mes de marzo, este paciente se hacía un autocontrol diario. En algunos foros se creó gran revuelo. En la actual coyuntura de crisis económica, ¿es una evidencia más de recortes? ¿Esta medida conducirá a un peor control de la diabetes? ¿Aumentarán las retinopatías y otras complicaciones crónicas? Para reflexionar sobre ello conviene conocer los distintos puntos de vista de las personas involucradas. Desde el punto de vista del gestor, es innegable que hay un alto número de personas diabéticas (6% de la población), y presumiblemente seguirá subiendo. Estos sujetos generan numerosas consultas, atenciones y, con ello, un incremento del gasto sanitario. Y ese gasto es preocupante para los sistemas sanitarios de todas las comunidades autónomas y del Estado. Sirva de ejemplo que en 2005 la Comunidad Valenciana invirtió en dichas tiras reactivas el 27% de los recursos destinados a la diabetes, frente a sólo un 15,8% en personal sanitario o un 11% en hospitalización, según datos publicados en el «Plan de diabetes de la Comunidad Valenciana 2006-2010». Por esto es esencial conocer y aplicar los mejores cuidados con la mejor evidencia disponible. Desde el punto de vista del profesional sanitario, en principio se debe intentar conseguir que la hemoglobina glucosilada (HbA1c) se encuentre en valores no superiores al 7%; pues se ha demostrado que el estricto control glucémico reduce las complicaciones microvasculares y también, a largo plazo, las macrovasculares. Además, entre los objetivos de control tiene especial importancia vigilar los factores de riesgo cardiovasculares, pues aproximadamente el 65% de los diabéticos fallecen a consecuencia de una enfermedad cardiovascular, en parte debido a la propia diabetes (el riesgo se multiplica por dos en hombres y por cuatro en mujeres), pero también debido a su frecuente asociación con otros factores de riesgo. Por ello se recomienda actuar agresivamente sobre todos los factores de riesgo cardiovascular con los habituales objetivos de prevención: no fumar, tensión arterial inferior a 140/90, colesterol ldl inferior a 100 y un índice de masa corporal menor de 25. En cuanto al paciente y sus familiares, dado que la diabetes mellitus tipo 2 es una enfermedad crónica progresiva, es preciso trabajar junto a los sanitarios para conseguir modificar el desarrollo de la enfermedad. Hasta ahora se ha insistido mucho en los niveles del azúcar, dato que se obtiene con las tiras reactivas, pero se ha insistido menos sobre a quién aplicarlas, cuándo y cómo usarlas para lograr unos objetivos. Hoy en día, distintos estudios han demostrado que la lectura de la hemoglobina glucosilada parece aportar más información sobre el estado de la glucemia que la monitorización diaria de la misma. Eso no significa que no sirvan los autocontroles, pues son útiles al dar un valor rápido de la glicemia. Y puesto que los objetivos terapéuticos son individualizados, del mismo modo ha de serlo la frecuencia del autoanálisis, que será la requerida para alcanzar los objetivos terapéuticos establecidos para cada paciente. Así pues, existe poca evidencia científica que aconseje el uso de las tiras reactivas en todos los pacientes diabéticos tipo 2, a menos que exista un programa eficaz dirigido al paciente. Esto es así puesto que la medición de la glucemia capilar con tiras reactivas no ha demostrado disminuir la mortalidad ni las complicaciones, mientras que sí aumenta el gasto sin conseguir un beneficio real. El autocontrol parece ser mas adecuado en diabetes tipo 1 o 2 que utilizan insulina y ajustan su dosis como resultado del test, y para todos los pacientes cuando presentan enfermedad intercurrente. Con los resultados del test no se busca conocer cuánto azúcar tenemos, sino hacer modificaciones según los resultados de la tira reactiva. Hoy en día distintos organismos han diseñado guías de práctica clínica de la diabetes, como el Ministerio de Sanidad y Consumo (2008), el National Institute for Health and Clinical Excellence (2009), y la Sociedad Española de Diabetes (2010). En todas se enfatiza la importancia de involucrar a los pacientes en las decisiones acerca de su enfermedad y animar a los profesionales a realizar el tratamiento de una manera escalonada. Es simple: si los objetivos glucémicos individualizados no se alcanzan entre 2 y 4 meses, se debe intensificar la intervención para maximizar los beneficios y avanzar al siguiente nivel de terapia. Parafraseando el conocido eslogan de Obama, ¡juntos podemos!



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